Bajar por del río en una balsa sorteando aguas turbulentas y serenas es un momento de esparcimiento y aventura para realizar entre amigos o en familia.
Las bellezas naturales del río Hua Hum suman un entretenido rafting que acentúa las posibilidades de disfrutar en grupo un deporte de aventura en un rincón cercano a San Martín de los Andes.
Tomamos una excursión con una empresa turística, que nos llevó en su transfer por un camino con cambios de vegetación que nos condujo hacia una frondosa selva valdiviana, zona de mayores precipitaciones.
Allí, al final del lago Nonthué, un muelle de madera nos adentró hacia sus calmas aguas, que reflejaban los distintos verdes del bosque aledaño. Accedimos entonces al Hua Hum, río de deshielo que corre entre paredones rocosos. En sus playas esperaban las balsas de doble proa junto a la colorida vestimenta apropiada para la actividad. Todo estaba listo para emprender la aventura.
“El rafting es un deporte de equipo en el que todos los tripulantes de la balsa reman y orientan su peso de manera coordinada para recorrer los rápidos y mantenerse a flote. El número estándar de personas que sube a una barca va de seis a ocho”, primeras palabras del guía José Luis. Escuchamos una “clínica de seguridad” de pocos minutos, durante la cual aprendimos las voces de mando que recibiríamos mientras navegáramos.
A remar se ha dicho
Cada uno de nosotros recibió un chaleco salvavidas, remo y casco, que se sumaron a la mochila que llevábamos con ropa seca. Tranquilos pero expectantes, fuimos abordando las balsas para conocer y disfrutar de los rápidos.
Al comienzo del recorrido nos impresionó el contraste entre el verde intenso del follaje y el color turquesa del agua. En las orillas se concentraba gran cantidad de especies nativas cuyos nombres conocimos durante la navegación. José Luis nos indicó el momento exacto en que dejábamos nuestro país para ingresar al vecino.
El recorrido tiene ocho kilómetros con cinco rápidos y cuatro correderas en un río cambiante que muda el paisaje detrás de cada curva. El último rápido, el de las termas, nos pareció el más divertido y allí abandonamos las balsas para tirarnos a nadar en uno de los pozones.
“Este río no presenta riesgos porque sus aguas no tienen ningún efecto hidráulico que absorba hacia abajo o te retenga en el fondo. Además, es difícil impactar contra las rocas grandes por lo que es aconsejable para la práctica del rafting en familia”, comentó nuestro guía.
Todos, grandes y chicos, nos permitimos gozar del agua con juegos, salpicaduras y zambullidas entre risas y gritos. Luego nos indicaron que debíamos volver a ubicarnos en los gomones para continuar el trayecto.
Nuevamente el agua estuvo en calma por unos minutos. Al pasar por el rápido Cabeza del Indio y la Piedra Tumbadora, volvió la adrenalina junto con nuestro gritos de emoción. Cuando el río volvió a ser manso, pudimos ver una garza y un martín pescador en la costa. Llegábamos a destino.
Alegre y distendido, el grupo compartió una merienda. Destacamos la experiencia de los guías y entre todos les dimos una mano para desarmar las balsas y emprender el regreso hacia San Martín de los Andes.
La correntada continuó su marcha para unirse a otros afluentes, visitar la ciudad de Valdivia y finalmente desaguar en el océano Pacífico. Nosotros, al transcurrir las horas, descubrimos que el Hua Hum es mucho más que un río en medio de un paisaje único: es sinónimo de rafting y aventura.