Los rápidos del río Corcovado son ideales para organizar una salida en familia. Cada uno tiene su rol asignado, no hay peligros pero sí muchas sensaciones y diversión, sin necesidad de experiencia previa.
Los ríos patagónicos suelen ofrecer sorpresas increíbles. El Corcovado, en la provincia del Chubut, invita a ser protagonista de un rafting por sus rápidos de dificultad II y III, tanto a los que ya lo han practicado como a los que realizan su bautismo en esta maravillosa actividad náutica.
Contratamos una excursión y el entusiasmo comenzó desde el momento en que salimos en una camioneta hacia el Corcovado por caminos de gran belleza natural, entre bosques milenarios. El frío matinal se mezclaba con el perfume de la vegetación mientras avanzábamos hacia el río.
Durante el itinerario conocimos el lago Rosario, en el que habita una comunidad mapuche, la laguna Tiobal, el cerro Centinela y el pueblo de Corcovado. En un cruce de rutas los carteles indicaban la cercanía de los lagos Guacho, Falso y Vintter, conocidos por la excelente pesca de piezas de gran tamaño.
Corcovado, villa de montaña ubicada muy cerca de la frontera con Chile, atrae al turismo por ríos y arroyos generosos para la buena pesca de salmón del Pacífico, pejerrey y trucha. También ofrece la posibilidad de realizar otras actividades náuticas en un ámbito natural casi virgen.
Al llegar a la orilla del río Corcovado Alto, nos esperaban varios guías con el material preparado y listos para iniciar la actividad en el río. La charla técnica y de seguridad la recibimos en la playa mientras nos colocábamos chalecos salvavidas y cascos que nos asegurarían un desplazamiento sin inconvenientes.
¡A sentir la adrenalina!
Iniciamos la marcha en forma lenta para aprender a utilizar el remo asignado a cada uno y de a poco las vueltas del río con sus rápidos le fueron dando emoción al paseo. Los cañadones nos exigieron estar atentos a la voz de mando y la velocidad de la corriente nos hizo remar con más intensidad mientras el agua helada nos pegaba en la cara.
Fue difícil contener risas y gritos por la alegría que nos proporcionaba cada una de las vertiginosas vueltas del Corcovado, hermoso río de montaña que desagua en el océano Pacífico.
Cuna del rafting de la zona, el Corcovado permite disfrutar de un día impactante. Basta con seguir las instrucciones del guía y realizar las maniobras indicadas para llevar el gomón entre rápidos y remansos del río.
En uno de estos últimos pudimos observar que por la costa se desplazaban sin temor varias bandurrias con su largo pico y, más lejos, unos patos y biguás. Supimos que en el bosque abundan los zorros y liebres europeas.
En el mes de noviembre el caudal del río es mayor por el agua de deshielo que llega de la montaña. En época estival es posible zambullirse y flotar en los pozones, para agregar placer a la salida.
Al final del día las charlas rondaron sobre cada uno de los instantes vividos, las fotos que documentaron la experiencia y la posibilidad de un nuevo encuentro con el río Corcovado.