El Parque Provincial Ernesto Tornquist ofrece paisajes naturales, fauna y flora y excelentes posibilidades al aire libre para disfrutar de uno de los lugares que mejor conserva la naturaleza.
El nacimiento de la reserva
El Parque Provincial Ernesto Tornquist, dentro del cual se encuentra el famoso cerro de la Ventana (1.134 m.s.n.m.) declarado “Monumento Natural” en el año 1959, fue creado el 11 de mayo de 1937 a partir de la iniciativa de don Martín Tornquist de donar a la provincia de Buenos Aires parte de sus tierras para establecer en ellas una reserva natural.
El área protegida por el parque tiene una extensión de más de 6.000 hectáreas. Legalmente, esta zona perteneciente al distrito sur oriental del pastizal pampeano se rige bajo la Ley Provincial 10.907 de conservación de ambientes naturales.
No obstante, debido a la gran transformación del pastizal pampeano por la mano del hombre, muchas especies del lugar se extinguieron y otras corren peligro de que les suceda lo mismo. Las especies exóticas introducidas, en su mayoría europeas (como pueden ser los caballos, pinos, cipreses, ciervos, jabalíes y truchas), que en otros ecosistemas pueden ser beneficiosas, aquí deben ser manejadas con cautela para evitar daños al ecosistema nativo.
Continuando con el programa educativo que tuvo en su creación la reserva, en el parque funciona también un Programa de Educación Ambiental que, a través de juegos, paseos y actividades en la naturaleza, se ocupa de concientizar a miles de alumnos de distintas escuelas del país que visitan el parque. Aprenden lecciones básicas acerca del medio ambiente y de los modos de lograr una mejor calidad de vida.
Sus distinguidos habitantes
Las especies animales que encuentran en la reserva refugio y alimento están conformadas por más de doscientas especies de aves (águilas moras, gauchos serranos, loicas, entre los más destacados) y otros animales típicos como las mulitas, cuises, zorros, zorrinos, pumas, lagartos y guanacos.
En el pastizal hay cientos de especies de plantas que embellecen el paisaje, entre las cuales encontramos distintos cactus, helechos, líquenes, musgos, claveles del aire, así como también una gran variedad de pastos, arbustos, árboles y orquídeas.
Las raíces de la mayoría de estas plantas se fijan a la tierra del pastizal formando una esponja que absorbe la lluvia. Crean así arroyos y ríos que transportan agua potable para distintos fines.
Dado el ambiente aislado de las sierras, con distinta luz o suelo según la altura, inclinación y orientación de las laderas, plantas como el llantén plateado o animales como la iguana de cobre viven y evolucionan exclusivamente en este ambiente.
Con pasado milenario
Recuerdo de milenarios tiempos en que el mar cubría la región, parte de las rocas que hoy forman la sierra son sedimentos provenientes de los continentes que a lo largo de millones de años fueron acumulándose en el fondo y cementándose unos a otros por presión.
Estas rocas tienen edades que van de los 280 a los 500 millones de años. Muestran a través de sus pliegues la fuerza con la que se elevó este cordón hace aproximadamente 260 millones de años.
En la reserva, se conservan pinturas y objetos que nativos que dejaron como marca de su paso hace más de 1.500 años. Con una visita guiada (diurna o nocturna) en la base del cerro Bahía Blanca, es posible conocer este arte rupestre.
La base del cerro Bahía Blanca permite recorrer dos senderos autoguiados. Uno de ellos es el sendero “Cerro Bahía Blanca”, de una duración de 2 horas (ida y vuelta), que consta de un ascenso moderado hasta la cima del cerro, ubicada a 739 metros sobre el nivel del mar. Ofrece la mejor vista panorámica del lugar.
El otro sendero, “Claro y Oscuro”, con un recorrido de tan sólo una hora de duración, requiere un esfuerzo mínimo y lleva a conocer y comparar los distintos ambientes que se van observando mientras dura la caminata.
El resto de los recorridos están propuestos desde la base del cerro de la Ventana. Pero ese es otro paseo que merece una nota aparte y que le permitirá, querido lector, saber cómo se llega hasta la cima del famoso hueco que se encargó de bautizar a toda la comarca serrana.