Pablo Etchevers
La ciudad balnearia de Villa Gesell oculta una historia sin fechas ni nombres precisos que forma parte de las vivencias de sus habitantes más allá de sus atractivos turísticos. Una historia de amor y de nobleza. La historia de Pancho. |
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Como todo día de pesca
Dicen los vecinos de Villa Gesell que allá perdida en el tiempo y escondida en lo profundo de las aguas del mar se oculta la única verdad.
Un ovejero alemán vulgarmente llamado “perro policía”, de ojitos negros y mirada vivaz llamado Pancho se transformó sin pensarlo en el amigo de todos los turistas como también de los pobladores estables y vecinos de la calle 129 y Costanera, donde se ubica el muelle del Club de Pescadores.
La leyenda popular cuenta que un perro acompañó a su dueño como todas las mañanas a pescar al muelle, hace aproximadamente más de 10 años. El pescador cayó al agua. No se sabe si fue por decisión propia, por mala suerte o por accidente, lo cierto es que el mar se lo llevó para siempre.
Pancho, sin entender qué pasaba y acostumbrado a su rutina diaria de regresar con su dueño y su pesca, inició durante largas horas su búsqueda frenética, desconsolada, hasta que la llegada de la noche le sugirió una respuesta desalentadora, la que por supuesto se rehusó a aceptar. |
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Y así, sin saber si se trató de una despedida o qué, Pancho quedó amarrado al muelle por voluntad propia, aguardando la hora y el día de regreso de su dueño.
Como un faro mirando el mar
Años y años pasó mirando el mar. Con sus tristes ojos, que lentamente comenzaron a reflejar el azul del océano desplazando el antiguo negro de sus pupilas.
Nadie pudo quebrantar su decisión, ni con platos sabrosos, ni con intensos cuidados o caricias oportunas. Muchos quisieron adoptarlo y ofrecerle una casa nueva, una vida nueva o simplemente un lugar para seguir esperando, pero bastaba sólo una puerta entreabierta o un pequeño recuerdo para hacerlo desertar y volver corriendo al muelle.
Ofelia de Fontana de 66 años de edad, escritora local de la villa le dedica una hermosa poesía titulada "Noble Perro" que resume de manera perfecta esta historia de amor y dolor a la vez y se encuentra colgada en la entrada al muelle. |
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Soportó fríos desalmados, tormentas crueles y soles quemantes. Y su única salida era ir a hacer sus quehaceres más urgentes a unos leños debajo del muelle o bien a observar el arribo de algún gomón con pescadores para ver si en él llegaba su amigo. Pero inmediatamente retornaba a su puesto, firme como un faro que siempre señala la costa a los pescadores.
De pelo oscuro, con apenas unas manchas claras en su pecho y una aureola de luz en su cara, Pancho era el tesoro viviente de turistas, bañeros y pescadores.
La historia sigue viva
El dueño del café del muelle, Jorge Ríos y su mujer Mabel, lo recuerdan con heroísmo y cuentan que aun viejo y enfermo continuaba esperando "la vuelta", hasta que lo encontró la muerte apenas unos meses después de la llegada del año 2000.
Hoy, Pancho se encuentra enterrado a la derecha del muelle, donde una placa con su nombre le rinde homenaje. Los turistas que año tras año visitan el lugar preguntan y se sorprenden por la historia de Pancho, que además de encontrarse "pegada y fotografiada" en el muelle, es voz popular entre todos los gesellinos. |
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Quizás hace tiempo que Pancho y su dueño se reencontraron felizmente y hubo por fin respuestas a tan noble espera. Y fue seguramente esa caricia interminable la que sirvió para apagar tanto dolor y tanta angustia, que nunca, a pesar del paso de los años pudieron quebrantar el amor incondicional de un perro por su dueño. |
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