La historia de Piedra del Águila cuenta que el nombre se originó por la presencia de grandes aves que anidaban en los promontorios cercanos a la población, más precisamente en lo alto de sus extrañas formaciones rocosas, tan talladas y erosionadas por la acción del viento.
A Piedra del Aguila se accede transitando la ruta nº 237, luego de pasar la Villa El Chocón. Esta pequeña ciudad se caracteriza por ser el punto de inicio del corredor de Los Lagos: las formaciones rocosas y la vegetación reinante, mayormente arbustos espinosos, gradualmente le van dando paso a la flora andina.
Las colinas revelan el cambio que sufrirá la meseta cuando se convierta en cordillera, adelantando el paisaje característico que deja al turista con una impronta imborrable en la memoria.
Entre las aves, los jotes y chimangos rompen el silencio que da cuenta de la soledad del desierto, y allí la rusticidad del paisaje y la memoria geológica dejan adivinar la riqueza mineral que brota entre juncales y pedregullos.
En los alrededores, las modernas instalaciones energéticas dibujan el paisaje junto a los vestigios de viejos fortines, imágenes siempre pinceladas por las manadas de guanacos y por las nubes de polvo que dejan los ñandúes en sus vertiginosas huidas.
Hoy, gracias a la mano del hombre y sus embalses y diques, esta parte del curso del río Limay, al que se conoce como Medio, es cuna de la pesca deportiva de truchas, ideal para la pesca con mosca y el spinning liviano.
Con algo de suerte, se pueden obtener ejemplares de truchas marrones de hasta 5 kilos, arco iris de hasta 3 y especies autóctonas como las percas. Además, puede practicarse la pesca deportiva con embarcados en el embalse cercano a esta pequeña ciudad.
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