Pablo Etchevers
Fue un personaje inolvidable. Se trata de un yacaré gigante, llevado al cine en el año 1978, que junto a sus amigos hacía divertir a grandes y chicos y que, por supuesto, nació en los esteros del Iberá. |
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De origen netamente correntino, Margarito Tereré recibió un apellido bien correntino (el tereré es un mate frío, muy popular en la región del litoral) por parte de sus autores, Waldo Belloso y Zulema Alcayata. Ambos, a mediados de los años ‘60, crearon uno de los personajes más autóctonos de nuestro país. Corrientes es el escenario protagonista del mítico personaje.
Durante nuestra estadía en el Iberá, la idea de ir en búsqueda de los Margaritos, como muchos llaman aquí a los yacarés, fue algo que no se hizo esperar apenas pisamos tierra y agua. Embarcados en lanchas y canoas, comenzamos a adentrarnos en la inmensa laguna Iberá hasta dirigirnos a los riachos más escondidos, allí donde los yacarés abundan, al igual que carpinchos y ciervos.
Boquiabiertos al sol
Los sorprendimos tomando sol, estáticos, como si fueran muñecos; nos esperaban tomando sol con sus grandes bocas abiertas y con sus hermosas pieles resecas por el calor del ambiente. Algunos negros con vetas grises y otros más verdes, lo cierto es que en cuestión de minutos ya habíamos observado una veintena de ellos. Hembras y machos, e incluso algunos ejemplares más jóvenes, se arrojaban al agua apenas nos divisaban o se quedaban inmóviles para ver hasta dónde decidíamos acercarnos. |
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El respeto que impera la especie es notable. Sus inmensas bocas y sus ojos de reptil amarillos hacen que el avistaje siempre se realice a cautelosos metros del animal, lo que igualmente sirve para fotografiarlos.
Negros y verdes
El yacaré negro o de hocico angosto es un reptil que llega a medir hasta tres metros de largo y es el más frecuente en las lagunas y en los esteros del Iberá.
Pero también está el yacaré verde, ñato u overo, menos frecuente en este tipo de avistajes, que presenta la cara más grande que la variedad anterior. Estos ejemplares llegan a los dos metros y medio de longitud y tienen prácticamente los mismos comportamientos que el yacaré negro.
Los yacarés se desplazan por todos los esteros y tienen como costumbre placentera tomar sol sobre los embalsados, que no son otra cosa que islas flotantes de vegetación de laguna; sobre todo, camalotes. |
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Allí, al igual que en el primer disco musical del personaje Margarito Tereré (“Margarito Tereré canta con su pandilla” era el nombre de la placa discográfica), conviven junto a los yacarés nutrias, lobitos de río, carpinchos, aves e incluso el esquivadizo ciervo de los pantanos. Es durante el verano que las cosas parecen cambiar. Con los primeros calores de la temporada estival, la especie sale de su letargo y en esos momentos el resto de los animales se convierte en presa. Los yacarés salen a cazar.
“El instinto de la especie”, dicen los naturalistas y biólogos para dar nombre a estos comportamientos que no sólo logran el respeto bien merecido por parte del hombre, sino que también alientan al visitante a sacar las mejores fotografías que logren plasmar la bravura de estos reptiles. |
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Aunque viejo por el paso de los años, el disco de Margarito Tereré es un verdadero tesoro y alguno de sus clásicos temas circulan en distintas páginas de Internet. Fue editado en el año 1977 por el sello RCA (Victor). Entre los más destacados se encuentran la polca “Soy Margarito Tereré” y “Chaque no me pisen la cola”, hecho con el ritmo del rasguito doble, algo bien de Corrientes. Una forma poética de acercarse a uno de los sitios más bellos que tiene este país, los esteros del Iberá.
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