Valle de la Luna, Provincia de San Juan - Foto: Marcelo Sola
La provincia de San Juan posee paisajes increíbles que favorecen al turismo, y entre ellos se destaca como destino el Parque Provincial Ischigualasto, popularmente conocido como Valle de la Luna. Éste exhibe una geografía pocas veces vista, dónde las formaciones orográficas toman apariencias insólitas, pasando por todas las escalas de grises y ocres.
Cuna de buenos y reconocidos vinos, a lo largo de toda San Juan se han desarrollado innumerable cantidad de bodegas que, junto a las de su hermana provincia de Mendoza, forman parte de la región conocida como Cuyo y se encargan de proveer esta bebida a todos los puntos de Argentina.
Durante el mes de febrero San Juan celebra la Fiesta Nacional del Sol, dónde se rinde culto a todos los que participan en el proceso del vino, pioneros y bodegueros, finalizando con la famosa Vendimia y una fiesta popular seguida por todos los sanjuaninos.
Tanto la ciudad capital como la mayoría de sus pequeños centros urbanos, gozan de una fisonomía parecida, en la que se destaca una arquitectura que es colonial y moderna al mismo tiempo, con calles y avenidas amplias, y con distintos espacios públicos donde la vegetación y los árboles son protagonistas.
Los innumerables paisajes de San Juan y sus exquisitos rincones geográficos no sólo atraen a los turistas, sino que también consiguen que los locales viajen por toda la provincia cada fin de semana largo en busca de paz y descanso, lo que ha provocado en los últimos años un crecimiento en la oferta de alojamiento alrededor de todos los embalses y espejos de agua naturales que posee esta bella región.
A unos 300 kilómetros de la capital sanjuanina, encontramos el Parque Provincial Ischigualasto, más conocido como Valle de la Luna. Esta extraña formación arcillosa, con gran variedad de tonalidades, formas y desniveles con multifranjas de minerales y sedimentos, permite espiar la evolución de la Tierra en el período Triásico.
Lo que fuera un inmenso lago rodeado de frondosa vegetación, donde crecía una gran variedad de especies y prosperaba la reproducción de cualquier cantidad de animales, hoy es un desierto con muy pocas lluvias, fuertes vientos y altas temperaturas.
Al sur de la provincia de San Juan se encuentra el Valle de Tulum, una de las zonas más importantes de la industria vitivinícola. Con un clima seco y templado y una altitud de 600 metros, se elaboran una gran variedad de vinos, desde los de mesa hasta los finos y licorosos. Sus suelos aluvionales arenosos y arcillosos permeables son ideales para la práctica de la vitivinicultura.
La cepa noble que mejor se adaptó a la región es el Syrah, logrando gran concentración aromática y un cuerpo carnoso. Futuras cosechas reflejarán el potencial de estas tierras.
Mientras el celeste inmaculado se perpetúa en una luz que parece inabarcable y las noches multiplican sus estrellas, el Parque Nacional El Leoncito trabaja calladamente para asegurar la protección de un ambiente natural único.
A sólo 35 kilómetros del pintoresco pueblito de Barreal, la sombra de añosas alamedas y el rumor del agua en las acequias reciben al visitante que llega en busca de un cielo prometido. Entre los cerros, dos observatorios astronómicos reconocidos mundialmente (Cesco y Casleo) abren sus puertas para contar los secretos del universo.
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