Yuco y Nonthué en el camino hacia Hua Hum

San Martín de los Andes sorprende por su geografía recortada entre cerros y por las pequeñas playas de la costa del extenso lago Lácar. El camino que lleva al paso internacional Hua Hum es una muestra de diversidad de la vegetación de la cordillera y el Parque Nacional Lanín.

En nuestra primera visita a la zona, privilegiamos conocer los distintos balnearios. A ocho kilómetros de la ciudad, encontramos la Piedra de Trompul, en la que, según dicen los pobladores, la luz del atardecer muestra el rostro de una persona.

Seguimos el camino y dieciséis kilómetros más adelante llegamos a Yuco. Desde la ruta no imaginábamos lo que descubrimos al internarnos por senderos arbolados para alcanzar la playa. “Yuco” en mapuche se traduce como “lugar apartado de todo”. Su costa de arena y enormes piedras permite zambullirse en el lago Lacár y el bosque ofrece una excelente sombra.

Selva valdiviana, con nombre y apellido

Cada especie muestra su nombre en carteles indicativos (raulíes, coihues y arrayanes) gracias al trabajo que realizan los guardaparques de la seccional Lanín.

A pesar de no tener servicios, Yuco es ideal para realizar un día de picnic y allí almorzamos. Resultó ser un espacio es muy tranquilo, familiar y en el que se pueden realizar caminatas interesantes, pero está prohibido acampar de noche.

Veinte kilómetros más adelante, el paraje Nonthué es el lugar apropiado para quienes deseen hacer noche en carpa. Sentados sobre una roca alta, observamos la unión de los lagos Lácar y Nonthué, conocida como "la angostura", donde las aguas cristalinas permiten ver el pequeño calado por donde pasan las embarcaciones.

Sentados en sillas de playa mientras tomábamos mate, dejamos que la mente vagara por el paisaje agreste de mil colores para apreciar los acogedores sonidos de la naturaleza.

Continuamos hacia Hua Hum y nos fotografiamos en un extenso muelle que parecía continuar el jardín de la hostería del mismo nombre. Unos 800 metros más adelante, cruzamos el río Hua Hum, cuyas frías aguas verde-azuladas muestran en su fondo piedras volcánicas de infinitos colores. Supimos que el río Hua Hum desagua hacia el océano Pacífico, algo atípico en la zona.


Continúa el asombro

El camino se hizo más angosto pero aún tenía otros secretos para develar. En una bifurcación se debe optar por llegar al río y la cascada Chachín o seguir unos kilómetros más hacia el lago Queñi. A esa altura la vegetación era exuberante, ya que estábamos en plena selva valdiviana. Optamos por caminar por un sendero algo inclinado para llegar hasta el mirador desde donde la cascada puede verse en su plenitud.

En cambio, para seguir hacia el lago y las termas de Queñi se debe andar un trayecto más largo (unos ocho kilómetros) y contar con un vehículo alto o 4 x 4 para vadear arroyos de agua de los deshielos. Dejamos esa aventura para un futuro viaje.

Nos comentaron que se requiere una marcha de una hora y media para llegar hasta los pozos termales enclavados en forma natural en medio del bosque. El área tiene la magia de darse un baño con aguas calientes y reponerse del esfuerzo de la caminata.

La misma ruta de ripio nos llevó de regreso a la ciudad, algo cansados y polvorientos pero de muy buen ánimo: podíamos recomendar el circuito a algún amigo.