Fotos, manuscritos, piezas de la vida diaria forman parte del bagaje exhibido en una de las casas donde vivió el Che y ahora, transformada en museo, revive a este personaje popular.
Siempre la ajetreada vida de Ernesto Che Guevara resulta interesante y es en la casa que ocupó la familia durante su infancia en Alta Gracia que descubrimos otra faceta: la de sus inquietudes adolescentes.
Nos sumamos a una caminata guiada desde el centro hacia el barrio Carlos Pellegrini, pasando por el Sierras Hotel y varias de las casas donde vivió el Che. Belén, nuestra guía, se ocupó de revelarnos detalles familiares que se hicieron conocidos a través de los años.
Llegamos a Villa Nydia, una sencilla vivienda con la clásica galería cordobesa y ambientes amplios donde la familia Guevara habitó durante varios años. Allí, el aire puro y seco cordobés le permitió a Ernestito reponerse de su asma crónica.
El recorrido por las salas sigue la cronología de su vida, destacando a aquellas personas que lo marcaron y que lo fueron moldeando desde muy niño.
Por fortuna para nosotros, la aristocrática familia Guevara era afecta a la fotografía y la gran generosidad de imágenes permite pasar revista a distintas épocas. Quedaron plasmadas las reuniones hogareñas, los encuentros con amigos de la escuela o del barrio y sus andanzas sobre la bicicleta o la moto.
Se muestran anécdotas de los tiempos en que su enfermedad no le permitía concurrir a la escuela y todos los chicos del barrio lo visitaban y jugaban con él en su casa. Afecto a la lectura, dejó gran gran cantidad de correspondencia y documentación que demuestran la sensibilidad, generosidad y amplitud social que el Che manifestara desde su primera infancia.
Luego de once años de vivir en Alta Gracia, estudió en un colegio secundario en la ciudad de Córdoba y posteriormente se trasladó a Buenos Aires para iniciar su carrera de Medicina. Su personalidad se formó en este período, cuando realizó constantes viajes por el país en su bicicleta a motor, que ahora se exhibe en una de las salas.
Al traspasar los distintos ambientes, van apareciendo sus amigos más apreciados. Uno de ellos es Alberto Granado y en un rincón de la sala está la moto Norton 500 cc, “La Poderosa”, en la que viajara con él en busca de sus sueños en diciembre de 1951. Pudimos leer una popular frase de Ernesto: “Ese vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí”.
Junto a su amigo y compañero inseparable de la temprana edad Carlos “Calica” Ferrer, realizó un viaje revelador por distintos países americanos y compartieron un pensamiento libre y revolucionario basado en lograr que los pueblos alcanzaran su autodeterminación. Ya casado con su compañera de viajes Hilda Gadea, fue en Guatemala que lo apodaron “Che” por su nacionalidad argentina.
Encuentro trascendente
En julio del ´55 en México conoció a Fidel Castro y se enroló como médico en la expedición guerrillera que desembarcaría en la isla de Cuba para derrocar al dictador Fulgencio Batista, hecho que acontece en los primeros días del ´59.
Con la ciudadanía cubana, ocupa cargos públicos que se ilustran con fotografías y documentos, donde la fuerza de su ejemplo y su mentalidad futurista lo revelan como el más apreciado de los revolucionarios.
El museo guarda crónicas de su vida familiar junto a su segunda esposa e hijos y de infinidad de viajes políticos y conferencias realizadas como embajador de Cuba para establecer lazos políticos y comerciales. La carta a Fidel Castro en la que renuncia a sus cargos es fiel reflejo de su espíritu de lucha.
En julio del 2006 visitaron la casa/museo Fidel Castro y Hugo Chávez junto a los amigos de la infancia del Che, algo que Alta Gracia no olvidará.
Al retirarnos, pensamos en la complejidad de esa pequeña estatua que lo muestra de niño sentado sobre la pared del frente de la casa con sus piernas colgando hacia la calle, y en la de su despedida de la isla de Cuba: “Hasta la victoria siempre... Patria o Muerte”.