Antofagasta significa "casa del sol". Sol implacable, vigilante del trabajo rudo de la gente y pertinaz en su lucha contra el viento frío de montaña. Enmarcada por el volcán Azufre, el cerro Archibarca, el Incahuasi, el Abra del cerro Blanco, el cerro Gordo y el cerro Vicuñorco y las sierras de Laguna Blanca y del Culampajá,
Antofagasta de la Sierra se ubica a 500 km de la ciudad de
Catamarca, inmersa en la Puna catamarqueña y con el Torreón que la caracteriza y ubica como hito natural. Las tres poblaciones de mayor importancia, Antofagasta de la Sierra, El Peñón y Antofalla, se ubican entre los 3200 y 3500 m.s.n.m. y están enmarcadas en estos imponentes paisajes en los cuales las vegas fértiles, los volcanes y cerros coloreados juegan distintos contrastes con el fondo del desierto. Diversas investigaciones desarrolladas en las últimas décadas han puesto de manifiesto el alto potencial arqueológico del departamento Antofagasta de la Sierra. Antofagasta fue testigo de la ocupación de grupos humanos desde hace al menos 10.000 años –en los inicios mismos del Holoceno– tal como lo evidencian las investigaciones arqueológicas realizadas. Desde estas tempranas ocupaciones hasta la actualidad, se vivieron diversos procesos de cambio cultural que han marcado la evolución y el desarrollo de las poblaciones que sucedieron en un mismo espacio. Antofagasta de la Sierra refleja la creciente complejidad de las sociedades puneñas, desde antiguos cazadores a grupos agro-pastoriles, quienes bajo nuevas modalidades socioeconómicas modificaron su modo de vida. La vida en el desierto puneño tuvo un gran quiebre en su historia al momento del “contacto” hispano-indígena, marcando el inicio del fin de las sociedades indígenas locales. Los aborígenes que encontraron los españoles en lo que actualmente es
territorio catamarqueño eran los diaguitas. Esta cultura recibió la influencia de corrientes de cultura amazónica y más tarde de la civilización inca. Los valles, las quebradas, los bolsones y serranías de Catamarca estaban poblados por numerosas tribus cuyos nombres derivaban del lugar en que vivían o del cacique. La localización geográfica de los asentamientos tribales en lo que hoy es Antofagasta correspondía a los Apatamas. Hablaban el kakán o cacano, lengua muy difícil de pronunciar. Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XVII, ya hablaban quichua. Su economía se basaba fundamentalmente en la agricultura. Usaban el riego artificial, construían acequias, represas y terrazas en las laderas de los cerros para cultivar. Cultivaban papa, zapallo, maíz y poroto; con el fruto del algarrobo fabricaban aloja y añapa, bebidas euforizantes por su contenido de alcohol. Cazaban pavas del monte, avestruces, patos, vicuñas y guanacos; de estos últimos además de carne obtenían lana para sus tejidos. Eran alfareros, fabricaban ollas de arcilla o barro cocido, platos, vasos, pipas y urnas que servían de féretros para sus muertos. En lo que a construcción se refiere, sus casas eran de piedra en la montaña, de quincho y ramada en los valles, o casas-pozo subterráneas de dos o más metros de profundidad. Eran comunidades importantes, belicosas y férreas defensoras de sus tierras, tradiciones, costumbres y religión. En el siglo XVII se calcula una población de aproximadamente 13.000 personas, de las cuales 3.000 ó 4.000 eran guerreros. El obispo Trejo y Sanabria (jesuita) creó el Curato de Londres en el año 1607, que comprendía todo el oeste catamarqueño: Santa María, Andalgalá, Pomán,
Tinogasta, Fiambalá y Antofagasta de la Sierra. Varios fueron los curas designados al frente de este Curato, hasta que en 1678 aparece el Maestro don Bartolomé de Olmos y Aguilera, fundador de la actual ciudad de Belén. Los padres franciscanos vinieron a la provincia de Catamarca, desde los comienzos de la colonización, dejando su huella evangelizadora. Ya en el siglo XIX, la soberanía de Catamarca sobre la región de la Puna, se vio avasallada por la ocupación boliviana desde 1795 hasta la guerra con Chile en 1879, y luego hasta 1899 le correspondió al Ejército de Chile. Luego del arreglo de límites con Bolivia y solucionada la cuestión limítrofe con Chile, la Puna de Atacama en el sector oriental volvió a la soberanía argentina. El 21 de septiembre de 1943, se recupera la antigua Región de Atacama, que pasó a constituir el departamento Antofagasta de la Sierra.