Si tuviéramos la máquina del tiempo, el lugar del pasado al que volver sería la República de los Niños. Allí todo es posible y los sueños se hacen realidad; los de los chicos y también los de los grandes.
El Paseo del Bosque es un hechizo de la naturaleza en medio de una ciudad que nunca duerme. Su extensa arboleda es la invitación perfecta para animarse a escribir el manual del buen ocioso.
El palacio Campodónico nos hace imaginar cintas, faldas de raso y cartas vivientes corriendo alegremente por sus pasillos; como en Alicia en el País de las Maravillas, aquí las fantasías se vuelven realidad.
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