Conocido como
Villa Unión del Talampaya, este pequeño pueblo crece a medida que se lo va conociendo. La conexión con los paseos más cercanos y en especial con el
Parque Nacional Talampaya, el provincial Ischigualasto y Laguna Brava hacen de la localidad un punto de partida ideal.
Ingresamos por su calle principal, la Nicolás Dávila, que es también la ruta nacional 76, y nos dio sensación de pueblo dormido, tranquilo, como aletargado. Su plaza principal, arbolada, está acompañada por la iglesia Nuestra Señora del Rosario, que data de fines del siglo XIX.
El primer paso fue dejar el auto y dirigirnos al mirador La Loma por la calle Perón, a cinco cuadras de la plaza. Subimos por una escalera empinada; un via crucis nos dejó en la parte alta, frente a una enorme cruz.
Ahí tuvimos la posibilidad de contemplar la ciudad, el valle, el río Bermejo, las plantaciones de las chacras vecinas y los cordones montañosos donde se destacan por altura las serranías de Famatina. La figura de Felipe Varela, caudillo regional, está presente en un costado del paseo.
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