Tan sólo 32 km separan a la ciudad de Tigre del Obelisco. Este rincón de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, representa sin lugar a dudas la historia viva. El proceso colonizador de estas tierras comienza con la segunda fundación de Buenos Aires por Don Juan de Garay. En un documento fechado el 24 de octubre de 1580, se deja constancia del reparto de tierras.
El nombre del partido proviene de una vieja historia de cazadores de yaguaretés (tigre americano). Aparentemente vivía en la región una pareja de cazadores muy famosos por sus virtudes a la hora de cazar dichos animales.
Con el paso vertiginoso del tiempo fueron poblándose estas comarcas por labradores que vivían con sus familias de los productos que ellos mismos cultivaban y cosechaban. En 1611, el Cabildo pidió informes al administrador sobre labranza de tierra para el cultivo de trigo y éste le envía los nombres de quince agricultores residentes en la zona. De esta manera nació el "poblado" que de allí en adelante creció y se afianzó social y económicamente.
Hoy la ciudad de Tigre se ha transformado en un punto ineludible para propios y extraños. Pero más allá de todas las actividades que pueden desarrollarse, es justo mencionar que su principal atractivo es el reconocido Puerto de Frutos. Ingresar al Puerto de Frutos es instalarse en un mundo diferente, casi mágico.
El puerto tiene tres dársenas. Desde la primera, parten a diario excursiones por el Delta en catamaranes.
En la dársena central se concentran las lanchas-almacén que abastecen a los habitantes de las islas con los más variados productos.
En la última dársena se descargan los barcos fluviales madereros que llegan cargados de troncos de sauce y álamo provenientes de las islas forestales del Delta.
En el seno del puerto está el mercado al aire libre cuyas calles se visten de colores a través de los rústicos tejidos. Muebles, adornos y accesorios fabricados en caña y mimbre, deliciosos dulces y mieles caseras, flores brillantes y, por supuesto, toda la variedad de frutas locales conviven en absoluta armonía.