Cada región tiene su gastronomía típica y Balcarce, además de ser conocida como el principal centro productor de papas de Buenos Aires, es cuna del postre más famoso de toda la provincia. Entonces, ¿cómo escapar a la tentación de probar el auténtico postre fabricado en Balcarce?
Los ingredientes que lleva este dulce manjar son sencillos y fáciles de conseguir: base de bizcochuelo, merengue, dulce de leche, crema chantilly, coco rallado, vainilla en polvo, marrón glacé, nueces, praliné, crema de leche, pasta de almendra y azúcar impalpable para la cubierta, que en muchos casos es grabada a fuego con la inicial del lugar donde se lo elabora.
La historia cuenta que en 1950, en una confitería llamada "Paris" en honor a la ciudad de las luces, alguién se iluminó y armó una receta magistral que dio vida a este postre inigualable y que para esos años, el genial Juan Manuel Fangio comenzaba a llevarlo a dónde competía para "endulzar" a sus amigos fierreros.
Hoy, la "Paris" ya no existe y dentro de la ciudad hay varios lugares donde "el balcarce" sigue vivo, uno de ellos es "Comoantes”, donde se realiza este pastel desde hace cincuenta años.
El secreto reside en la calidad de las materias primas y en no utilizar conservantes, lo cual da por resultado un singular sabor, propio de las elaboraciones hechas en casa.
En sus orígenes el postre fue conocido como “Imperial” y su historia se remonta a la confitería París de la ciudad de Balcarce, propiedad de Guillermo Talou. Luego, la marca fue vendida a una firma de Mar del Plata, donde se lo rebautizó con el nombre de Balcarce, debido a su procedencia.
Con el paso de los años, Talou se asoció con Rogelio Adovatti y crearon en Balcarce la confitería “Comoantes, el sabor de la dulzura”, que luego volvería a cambiar de dueños y actualmente pertenece a Norma Garrido y Julio Ferrero. Un dato no menor es que Oscar, quien elabora en la actualidad el postre en Comoantes, es el mismo maestro pastelero que comenzó con la preparación en la antigua confitería París.
Hay que ir a Balcarce, no queda otra...