Resulta inevitable que cuando hablemos de pesca lo hagamos con pasión. Pasión que llega a cada uno de nosotros, los pescadores, de manera diferente, casi siempre a través de anécdotas o vivencias.
La pesca con mosca no sólo es pasional, sino que además es difícil de transmitir con palabras. Se puede contar, que es lo que estoy haciendo para ustedes, pero la vivencia es y debe ser personal, siempre.
Se podrá sintetizar rápidamente que una mosca es un señuelo artificial fabricado por el propio pescador de manera artesanal, utilizando para ello plumas, pelos e hilos que imitan los insectos naturales que integran la dieta del pez. Pero éste es sólo el principio de un mundo apasionante.
En la Argentina, fue en los primeros años de 1900, cuando el Perito Francisco Pascasio Moreno, explorador y descubridor vitalicio de la Patagonia argentina, sugirió introducir en nuestras aguas peces de alto valor deportivo. Así fue que llegaron de Estados Unidos y de Europa los primeros alevinos de trucha arco iris y marrón, que rápidamente se adaptaron a los ríos y lagos patagónicos, reproduciéndose en estado salvaje, sin la intervención del hombre.
Para tener una idea del sacrificio de estos pescadores, hay que destacar que para esa época, los viajes al sur argentino se hacían desde Buenos Aires y en carreta, tardando días en llegar. Pero el esfuerzo valió la pena. En nuestra Patagonia, actualmente no existe curso de agua que no tenga truchas. Por otra parte, el siglo pasado ha dejado su influencia en cada ambiente de pesca: ríos y lagos míticos que, además de grandes truchas, guardan sus propias historias, anécdotas, leyendas y personajes.
Afirmar hoy que la pesca con mosca en Argentina es una marca registrada que debe cuidarse y protegerse no es algo irreal. Miles de pescadores de todo el mundo se acercan durante toda la temporada a comprobar las bondades de nuestros ámbitos y la magia indescriptible que poseen estos lugares.
Y en cada uno de estos viajes, los pescadores extranjeros nos enseñan a no repetir los errores que se sucedieron en otros países. Así es como la idea de la pesca y devolución o catch and release, que al principio fue el sueño exclusivo de los pescadores con mosca, hoy está ganando cada vez más adeptos y practicantes. Una educación obligatoria, que deberá ser aprendida y transmitida a las próximas generaciones si queremos seguir pescando truchas para siempre.