Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción del Uruguay, como fuera su nombre primigenio, está emplazada sobre la margen derecha del río Uruguay (vocablo guaraní que significa “río de los pájaros” o “de las caracolas”), es la capital de la cultura entrerriana y guarda el secreto de un atractivo especial para el viajero. En la región habitaban los aborígenes charrúas y guaraníes. Los charrúas vivían, hacia el siglo XVII, en la mayor parte de la provincia de Entre Ríos. Eran altos y robustos y se dedicaban a la caza de venados y ñandúes, mientras que los charrúas del litoral practicaban la pesca en sus largas canoas. Complementaban su dieta con huevos de ñandú, cogollos de ceibo y frutos silvestres. Vivían en chozas construidas con ramas arqueadas, cuyos techos eran pieles de vaca o de caballo. Su vestimenta consistía en un delantal de algodón o de piel y en ocasiones de un manto de piel. Los guaraníes pertenecían a la gran familia lingüística tupi-guaraní. De estatura mediana, solían andar enteramente desnudos, a excepción de algunos adornos de plumas y pequeñas tangas. También acostumbraban a pintarse todo el cuerpo. Eran sedentarios. Construían chozas redondas, con paredes de barro y paja, o casas comunales de madera y hojas, en las que vivían varias familias. Cultivaban la mandioca, la batata, el maíz y el zapallo en la milpa. Sus armas eran el arco, el cual llegaba a medir más de dos metros, las flechas y la macana. Eran grandes alfareros y muy buenos navegantes (sus canoas eran muy largas) y cada comunidad estaba regida por un tubichá. En el sureste entrerriano, recostada junto a uno de los riachos que desagüan en el Uruguay, surgió, allá por el 1783, fundada el 25 de Junio por Tomás de Rocamora, la villa del Arroyo de la China, puesta bajo la advocación de la Inmaculada. En 1814, en uso de las facultades extraordinarias que la Asamblea General Constituyente le confiriera, el Director Supremo Gervasio de Posadas fijó esta ciudad como capital de la provincia de Entre Ríos durante largos años, hasta que en 1883 se decidió que la capital sería la ciudad de Paraná. Justo José de Urquiza, diputado de la Legislatura, logró en 1826 que se sancionara la ley por la cual se la declaraba ciudad. En noviembre de 1852, los hombres de Concepción del Uruguay lucharon denodadamente contra la invasión que, a las órdenes de Madariaga, fue enviada desde Buenos Aires con el propósito de alterar los planes de Urquiza y frustrar la reunión del Congreso Constituyente que por esos días comenzaba a sesionar en Santa Fe. En enero de 1860, la Convención Provincial, reunida en el recinto del Colegio Histórico, sancionó la Constitución entrerriana. Tanto el general Francisco Ramírez como el general Justo José de Urquiza se constituyeron en su momento en auténticos caudillos de la provincia. A punto tal que el general Ramírez, enfrentando al unitarismo de Buenos Aires que coartaba las posibilidades comerciales de la región, creó la República de Entre Ríos. El general Justo José de Urquiza, notable político y estadista, tras la organización nacional fue el primer presidente constitucional del país.
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