Mercedes, que es la ciudad más próxima a los
Esteros del Iberá, guarda en su interior una de las historias populares más fascinantes que existen a lo largo de la región del litoral. Su puerta de entrada nos sorprende con el santuario al famoso Gauchito Gil, una creencia popular que ha dado origen a uno de los santos más queridos de nuestro país. Sobre la ruta N° 123, y a tan sólo 8 kilómetros de la ciudad, se puede visitar su santuario, que todos los días del año convoca a decenas de devotos que acuden a él en busca de milagros y sanaciones. Cuenta la leyenda que el Gauchito Gil, Antonio Gil Nuñez, nació en la
provincia de Corrientes, en la zona de Pay Ubre (actualmente Mercedes), aproximadamente en el año 1847. De joven se enamoró de una joven viuda que era pretendida por el comisario del pueblo. El policía comenzó a perseguir a Antonio Gil, aprovechándose del poder de su autoridad, hasta que finalmente se enfrentaron a duelo en una pulpería. En la pelea el Gauchito Gil le perdonó la vida, pero debió huir del pueblo. La guerra contra el Paraguay lo alistó en el ejercito, pero al final de la misma el enemigo pasó a estar dentro del mismo país: fue convocado por el ejército federal para luchar contra los unitarios. Como no estaba de acuerdo con los enfrentamientos internos del país, decidió huir junto a dos compañeros. Su decisión no fue tomada por cobardía, sino porque no toleró el derramamiento de sangre entre hermanos ocasionados por las batallas correntinas del siglo XIX. El ejército lo encontró finalmente y le quitó la vida un 8 de enero, posiblemente del año 1868. Desde entonces, todos los 8 de enero se conmemora su muerte y es entonces que en el santuario se pueden escuchar, junto a rezos y plegarias, bailes y chamamé correntinos que el pueblo baila y le canta a su santo. Miles son los milagros que se le atribuyen al santo; son también miles los seguidores que cada aniversario de su muerte se congregan para adorarlo y realizarle ofrendas de todo tipo. Se dice que Antonio Gil, antes de morir, le dijo al soldado que le iba a dar muerte: -Al volver a tu casa encontrarás a tu hijo muy enfermo pero si mi sangre llega a Dios, juro que volveré en favores para mi pueblo. El soldado igualmente le cortó el cuello. Cuando todos ya habían olvidado al Gauchito, el soldado llegó a su casa y encontró a su esposa llorando con su único hijo enfermo. Entonces desertó del ejercito, volvió al lugar donde lo había matado, enterró el cuerpo y le imploró perdón al Gauchito. Cuando, luego de varios días, volvió a su casa, encontró a su niño sano.