Hoy, La Paz es una ciudad que se levanta sobre la margen izquierda del río Paraná a la altura del kilómetro 800 del puerto de Buenos Aires y aproximadamente a 156 kilómetros de la ciudad de Paraná, capital de Entre Ríos. En 1829 el entonces gobernador de la provincia de Entre Ríos dispuso que se formase un pueblo allí. En los mapas del siglo XVIII puede verse el nombre “Cabayú Cuatiá” en referencia a un arroyo que servía como embarcadero y que estaba emplazado en un puerto natural apto para embarcar los productos que se obtenían de la tierra y de las islas. La Paz figura como fundada el 13 de julio de 1835, cuando se la denominó Nuestra Señora de La Paz, pero en realidad la base del pueblo sería el caserío levantado previamente a la vera de este centenario arroyo al cual el chamamé y varios cantores locales le han dedicado varios temas. Allí existía un cruce de caminos y una alta barranca permitía estar a salvo de las inundaciones y atisbar desde lo alto la zona. Por allí pasaba el viejo camino a Corrientes que llegaba hasta la capital paraguaya de Asunción. La falta de medios de comunicación terrestre y lo que tardaban en llegar las carretas, hicieron que el tráfico fluvial se convirtiese en el único medio de comunicación disponible por el que se trasladaban mercaderías y gente en forma rápida y segura. Esto hizo que los primeros pobladores hicieran del río su principal medio de vida. Casi todos los puertos del río Paraná han tenido ese origen espontáneo. Las amplias y limpias playas que muestran las costas otorgaban una visibilidad a los navegantes que les permitía desembarcar en tierra sin riesgos imprevistos de ataque de los indios. Luego de varias idas y venidas, y de cerrarse y abrirse nuevamente el puerto en varias ocasiones, el movimiento portuario ganó importancia. El 22 de junio de 1854 se lo clasificó de tercera clase y se lo habilitó ese año para la exportación de frutos y productos regionales, como carbón y cueros. La batalla de Pavón, con Mitre como presidente, lo jerarquiza como puerto de segunda categoría y se le designa su primer personal. La Paz tenía enormes riquezas agrícolas, ganaderas y forestales, así como también carboníferas, que llenaban de este negro tesoro las bodegas de los buques de vapor que desde Asunción navegaban hacia Buenos Aires, o viceversa. Pero fue con el ferrocarril que las cosas comenzaron a cambiar. Los caminos y el transporte terrestre conspiraron contra el transporte fluvial, lo cual hizo desaparecer comercialmente al puerto de La Paz. Algo que también ocurrió a la mayoría de los puertos fluviales de Argentina. Sin embargo, el arroyo Cabayú Cuatiá continúa ahí, en el mismo lugar. Hoy, en su boca descansan embarcaciones deportivas o viejas barcazas isleñas, en paz, como sucedió y sucederá siempre en este viejo pero fiel rincón del río Paraná.
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