Hoy la
provincia de Mendoza, con la ciudad de
Maipú y sus alrededores, alberga la mayor cantidad de bodegas que se pueda imaginar. Esta historia de esfuerzo y sacrificio data de mediados del 1800, cuando un gran número de inmigrantes y visionarios comenzaron a dar vida y agua a este desierto, que fueron transformando en oasis. En Maipú, la riqueza de los suelos y sus características minerales junto al microclima de la región lograron dar al mundo los mejores vinos, los que fueron premiados a lo largo de varias generaciones y gracias a los que la zona fue declarada Primera Zona Vitivinícola de la Argentina. Quien recorre Maipú no puede dejar de dar una vuelta por el Museo Nacional del Vino y la Vinicultura, que guarda tras sus puertas el secreto de cómo comenzó esta historia y cuenta en detalle la vida de dos familias a las que la ciudad les debe mucho. El vino es hoy la bebida nacional argentina. Aunque los tiempos han cambiado, en la ciudad de Maipú estuvo Giol, en su momento la bodega más grande del mundo. Un viejo recuerdo que aún hoy es visitado por miles de turistas y nos permite entender porqué tanto esfuerzo y pasión de bodegueros y de todo el pueblo mendocino, año tras año, en cada vendimia.