Al sur de la provincia de Buenos Aires, entre las ciudades de Monte Hermoso y Punta Alta, se encuentra el balneario Pehuen-Có. En idioma mapuche, este vocablo confirma la presencia de araucarias o pinos y agua o mar, las características principales de este punto marítimo.
Bañado por aguas del océano Atlántico, algo más cálidas que en otros puntos, el entorno boscoso y con médanos es un lugar ideal para unas vacaciones tranquilas en medio de la naturaleza agreste.
Sus pobladores iniciales, a mediados del siglo XX, se ocuparon de fijar las dunas, lo que permitió ubicar la planta urbana cerca de la costa y evitar los vientos intensos. A su vez, se plantaron eucaliptos y pinos que a través de los años dieron lugar a un bosque extraordinario.
La playa es generosa en espacio y en actividades que solo necesitan de un buen día de sol para que el visitante pueda bañarse en el mar, realizar ejercicios playeros o simplemente caminar por su extensión. Un barco encallado en la arena hace muchos años muestra su silueta oxidada, foto típica que los turistas atesoran cuando baja la marea.
Dos residencias tradicionales del balneario llaman la atención por sus formas: la casa barco o buque y la casa molino de viento (que hace referencia al Quijote de la Mancha).
La gran sorpresa del balneario es conocer su parque paleontológico. En el área costera, se han encontrado huellas de un pasado prehistórico cotejado por profesionales. Especies de aves y mamíferos desaparecidos han dejado sus vestigios sobre el terreno arcilloso. También en el sector conocido como Las Rocas se han hallado señales de la presencia de vertebrados hace millones de años.
Los veraneantes que tienen casa o llegan a Pehuen-Có a pasar unos días lo hacen convencidos de que el lugar les asegura una tranquilidad envidiable.
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