En 1865, alrededor de septiembre, desembarcó en lo que hoy son las playas de Puerto Madryn el Mimosa, una embarcación de colonos que se encontró allí, para su sorpresa, con un poblado constituido por chozas de madera que hacían las veces de refugios y donde se resguardaban alrededor de 41 mujeres y 61 chicos. Estos refugios habían sido antes cuevas talladas en la tosca de los acantilados. Estos orígenes de chozas y refugios son adjudicados por los historiadores de la zona al área de Punta Cuevas. Recién en 1886 se construye el ferrocarril, que surge del pueblo de Madryn, al lado de la laguna de Derbes. En ese momento la actividad portuaria abandona Punta Cuevas como su principal centro y se traslada hacia Puerto Madryn. Así fue como estas dos actividades (la ferroviaria y la portuaria) se convirtieron en los pilares fundamentales del crecimiento de Madryn. El panorama se estabiliza y el crecimiento se hace cada vez más grande entonces en la zona, hasta que en la década del ‘50 desaparece la compañía Mercantil del Chubut, el Ferrocarril Patagónico cierra y las franquicias aduaneras se levantan. Solo diez años después la zona verá crecer una nueva industria que promete, la textil, pero que dura apenas unos años, hasta la baja definitiva de la producción. A mediados de la década del ‘70 se instaló en Madryn una planta de aluminio y se comenzó a gestar una importante actividad turística, que sería el centro de todas las actividades del lugar y que vería un continuo crecimiento hasta el día de hoy, y con vistas a futuro. El turismo atrajo la industria y viceversa, en un círculo virtuoso que favoreció enormemente al incremento de población radicada en la ciudad e hizo que Puerto Madryn encabece la región y se perfile como la ciudad protectora del medio ambiente por excelencia.