Sarmiento fue en sus comienzos tierra de araucanos, o mapuches, como fueron denominados en su lengua. Ellos venían de la Araucanía, en el centro de Chile, y habían ingresado masivamente a la Argentina escapando de los españoles que tras su llegada a Chile los obligaron a asentarse en zonas muy poco favorables al modo de vida y a las actividades que llevaban habitualmente, ya que habían sido un pueblo sedentario cuya actividad principal era el cultivo de la tierra y la siembra de maíz, papas, ají, poroto y calabaza, y que también trabajaba el metal, la cerámica y los tejidos. En 1880 el inglés Musters y el explorador Carlos Moyano estaban buscando la ruta de los arreos y se encontraron con este lugar, que reconocieron inmediatamente como un lugar clave de una troncal rastrillada tehuelche. Cuatro años más tarde, el gobernador Fontana se encontró en esta misma zona con Juan Acosta, que venía arreando ganado desde Río Negro hasta el Estrecho de Magallanes. Más adelante, es fundamental para el desarrollo de Sarmiento la obra del italiano Francisco Pietrobelli, quien en 1888 llegó a Buenos Aires como interventor de las obras del ferrocarril que uniría Madryn con Trelew, y al terminar su labor recorriendo el sur de la provincia encuentra un valle que se llamaría más tarde “Valle Ideal” y que abriría camino a Camarones y Rada Tilly. Después de un tiempo, se daría comienzo al primer asentamiento de la Colonia Ideal, formado por cinco familias galesas y una lituana. Este lugar no se llamó Sarmiento hasta 1897, cuando el presidente de la nación José Evaristo Uriburu promueve la fundación de la Colonia Pastorial Sarmiento a través de su firma en el decreto ley 12.161. Sarmiento entonces se conforma como un pueblo habitado por gente de muy diversos orígenes; llegó a tener en su haber 17 colectividades diferentes. Por Sarmiento, que hoy tiene 7.200 habitantes aproximadamente, iba a pasar un ferrocarril que uniría Comodoro Rivadavia con esta ciudad, pero lamentablemente el proyecto no siguió su curso y se dio por cancelado en 1970. La localidad tiene un valle (regado por el río Senguerr y un gran sistema de canales) de unas 42.000 hectáreas, que se distribuyen en 150 explotaciones agropecuarias. El cultivo de la alfalfa, las manzanas y los tomates son sus principales fuentes de ingresos. La relación que se estableció con sus habitantes aborígenes fue muy buena, especialmente fomentada en la estancia El Relincho, de Adán García, quien en conjunto con grupos aborígenes del lugar impulsó la cría del caballo criollo. Fue de allí que salieron Gato y Mancha, los famosos caballos que en 1920 unieron Buenos Aires con Nueva York.