Ambas ciudades poseen una fecha de origen en común: el 22 de abril de 1779, fecha de la fundación del fuerte y población Nuestra Señora del Carmen, por don Francisco de Viedma y Narvaez. Luego de recorrer distintos suelos en busca del lugar perfecto, don Francisco lo encontró a una distancia de seis o siete leguas de la desembocadura y a unos cien metros del río por la parte sur; es decir, en el lugar donde actualmente se levanta el edificio del Centro Municipal de Cultura de Viedma. Con idas y vueltas, tormentas e inundaciones, ambas ciudades fueron creciendo de manera notable (y hasta cambiando varias veces de lugar) una frente a la otra, separadas tan solo por el río Negro. Comenzaron lentamente a recibir grupos de colonos que llegaron desde Europa a partir de los primeros años de la década de 1880. Dura y penosa fue la vida de estas familias, especialmente por la gran distancia que los separaba del resto de los centros poblados. La agricultura, la ganadería, la sal, la grasa, el pescado, la harina, la carne salada, los lobos marinos, el cuero y los jamones de cerdo fueron sus recursos primordiales. No había lujos, pero los primeros colonos no claudicaron y con espíritu decidido continuaron su obra. Hoy, los habitantes de ambas ciudades agradecen la labor de sus antepasados y continúan dando vida a este hermoso lugar para vivir. LeyendasEl Bajo del Gualicho Dicen que una chica se metió al Bajo del Gualicho y se perdió. No encontraron rastros de ella. Nada. Se perdió cuidando ovejas, porque antes se cuidaban los animales a pie. No había caballos. Cuando yo era chica no teníamos caballos. Después mi padre tuvo capital y los compró en Río Colorado. Llevó tejido, sobrepuesto, matra y los cambió. Se perdió la chica. Después dicen que la encontraron petrificada arriba de un banco de sal. Los que la vieron se asustaron y escaparon. Fueron a avisar al padre y a la madre, pero cuando regresaron a verla ya no estaba. Ni rastros hallaron. Dicen que nadie podía llegar allí. Corría viento y llovía. Un temporal. La chica no apareció más. Tenía que ser el gualicho. Eso contaron por ahí. Nosotros sabemos esto por la conversación de la gente que contaba todo. Se llama Bajo del Gualicho porque el diablo vive allí. (Recopilación realizada por Berta V. de Battini, 1984, del libro Cuentan los mapuches, Ediciones .Nuevo Siglo. Relato de D. Pastora Suarez, mapuche 1971) El Bajo del Gualicho Dicen que una chica se metió al Bajo del Gualicho y se perdió. No encontraron rastros de ella. Nada. Se perdió cuidando ovejas, porque antes se cuidaban los animales a pie. No había caballos. Cuando yo era chica no teníamos caballos. Después mi padre tuvo capital y los compró en Río Colorado. Llevó tejido, sobrepuesto, matra y los cambió. Se perdió la chica. Después dicen que la encontraron petrificada arriba de un banco de sal. Los que la vieron se asustaron y escaparon. Fueron a avisar al padre y a la madre, pero cuando regresaron a verla ya no estaba. Ni rastros hallaron. Dicen que nadie podía llegar allí. Corría viento y llovía. Un temporal. La chica no apareció más. Tenía que ser el gualicho. Eso contaron por ahí. Nosotros sabemos esto por la conversación de la gente que contaba todo. Se llama Bajo del Gualicho porque el diablo vive allí. (Recopilación realizada por Berta V. de Battini, 1984, del libro Cuentan los mapuches, Ediciones .Nuevo Siglo. Relato de D. Pastora Suarez, mapuche 1971)