El renovado parque de nieve de Primeros Pinos sorprende por sus dimensiones pequeñas y sus buenos servicios en medio de increíbles bosques de araucarias milenarias.
Llegamos a nuestro destino de nieve al atardecer. El centro de esquí de Primeros Pinos nos sorprendió por sus pistas bien pisadas y su área de servicios y hostería muy acogedores.
Dejamos atrás la ruta provincial 13, de ripio cubierta de nieve y con varios tramos de subida que debimos transitar con mucha precaución. Eso nos permitió admirar el paisaje con el horizonte lejos, muy lejos.
Ya ubicados en la hostería, contemplamos el limpio cielo neuquino de un color azul intenso y tachonado de estrellas. Buen presagio para que al día siguiente pudiéramos disfrutar de una jornada de esquí.
Amanecer en la montaña
Cuando al día siguiente nos levantamos, todavía unos nubarrones bajos abrigaban la montaña y sólo se entreveían unos rayos de sol que ofrecían una luminosidad muy especial a todo el centro de esquí.
Nos acercamos al área de servicios del complejo y allí mismo pudimos alquilar nuestros equipos de esquí y snowboard. Para aquellos que aún no esquían, existe la posibilidad de alquilar deslizadores o “culipatines” para disfrutar de la adrenalina de la pendiente.
Tomamos contacto con el Quelli-Mahuida, nombre del cerro donde están enclavadas las pistas de esquí de Primeros Pinos. A 1.500 metros sobre el nivel del mar y con un área esquiable relativamente pequeña, es una buena posibilidad para aquellos que deseen dar sus primeros pasos en el esquí. Sus dos pistas tienen un desnivel de treinta metros y una pendiente de entre veinte y treinta grados.
Un pequeño medio de arrastre (poma) nos elevó hacia la parte superior pero también es posible tomar los esquíes al hombro y alcanzar la parte alta caminando, para luego deslizarse. Tomamos una clase de esquí para aprovechar mejor aun la jornada e iniciarnos en este deporte con buena técnica.
Gracias a la paciencia del instructor, logramos descender en travesía, dar la vuelta frente a la pendiente y deslizarnos en un corto slalom sobre la excelente nieve polvo de la pista.
Al término de la clase, decidimos aliviarnos con un descanso en la hostería y así reponernos para regresar a las pistas por la tarde. Un buen almuerzo y una corta siesta nos dejaron como nuevos.
El parque de nieve de Primeros Pinos nos ofreció lo indispensable para sentirnos bien atendidos y con la seguridad que necesitábamos. “Siempre nos damos una vuelta por Primeros Pinos durante el invierno porque es cerca, muy tranquilo y a la medida de lo que necesitamos nuestros chicos y nosotros”, nos contó un matrimonio oriundo del Alto Valle de Río Negro.
A la noche, en la tranquilidad del dormitorio de la hostería el descanso fue total. Soñamos que nuestros esquíes se deslizaban por la suave pendiente, el horizonte se sentía lejos y las araucarias me veían pasar velozmente por la nieve. Nos despertamos al darnos cuenta de que estabámos soñando con nuestros primeros pasos en Primeros Pinos.