¿Qué tiene en común un pejerrey con un menhir? Nada o mucho, de acuerdo a cómo se lo mire. En las inmediaciones de
Tafí del Valle, el dique La Angostura y la pequeña localidad de El Mollar responden la pregunta.
Sólo hay que acercarse para entender de qué se trata esta historia o fábula regional que año a año cuentan los pobladores de la pequeña villa a los turistas que se acercan a pescar en el dique. Por un lado, un pez; por el otro, un sinnúmero de estatuas mitológicas cuyo legado histórico ha quedado en pie como huella de la existencia de una cultura ancestral que durante años pobló estos valles.
Lo cierto es que a los pies del cerro Nuñorco se encuentra esta villa veraniega llamada El Mollar cuyos atractivos turísticos son varios, pero hay dos que sobresalen del resto: los menhires y los pejerreyes.
Los menhires son estatuas de piedra pertenecientes a la cultura tafí que fueron tallados por sus pobladores alrededor del año 300 a.C. y llegaron hasta nuestros días para ser expuestos ante el visitante en la reserva arqueológica Los Menhires. Allí, hoy se exponen algunas de estas obras de arte de raros diseños que muestran caras grabadas, cuerpos tallados y extraños rostros en que los círculos y las líneas dan forma a dioses y animales sagrados.
Mitos y leyendas
Las leyendas locales dicen que la energía que aún hoy desprenden estas estatuas ha logrado aumentar a tamaños superlativos los pejerreyes que fueron sembrados por la mano del hombre y que hoy habitan el lago artificial conocido como La Angostura, en cuya orilla se encuentra El Mollar.
Los pobladores más antiguos de la zona de los que se tiene registro fueron los tafí, para los cuales los menhires servían de termómetro natural para medir los cambios climáticos o las proximidades de temporales. Si bien el clima en esta región es benigno, el enfriamiento repentino de estas estatuas indicaba a sus pobladores la proximidad de fuertes nevadas o lluvias. Cuando las piedras comenzaban a soltar polvo, probables y futuras sequías.
Si bien mucho hay de mito, lo cierto es que los pejerreyes que se obtienen desde el dique La Angostura muchas veces superan holgadamente tamaños que en otros lados son imposibles de alcanzar. Serán los menhires o la buena comida del ámbito lacustre, pero muchos pescadores todos los fines de semana del año se acercan hasta el Yacht Club y en sus botes parten a comprobar la veracidad de la leyenda que se mantiene viva.