De tranquilas calles, casas viejas y jardines floreados, esta ciudad es un balcón desde donde es posible observar el espíritu de los esteros y disfrutar de las distintas excursiones que parten todos los días del año para disfrutar este lugar mágico.
Caminar sus calles es un privilegio que se encuentra al alcance de todo aquel que la visite. En bicicleta o a pie, cualquier excusa es buena para conocer cada uno de sus rincones y vivir sus tiempos, que a diferencias de otras ciudades transcurren más lentos, como apagados.
De calles tranquilas pero concurridas a la vez, esta ciudad cuenta con casas muy antiguas provenientes de una época aristocrática. El estilo italiano, con balcones y rejas, es una constante en la mayoría de las casas que conforman el pueblo, que posee una adecuada infraestructura de estancias y servicios, además de la típica hotelería y gastronomía para que el visitante haga base aquí durante su estadía en los esteros y bañados de la región mesopotámica.
En el parque Mitre funciona la Casa de la Cultura, una construcción que data de 1890 y que hace algunos años fue acondicionada y refaccionada, e inaugurada definitivamente en 1996. Dentro de ella funcionan varios museos. Entre ellos se encuentran el Museo Histórico Municipal, el Colonial, el de Bellas Artes y el Regional Mesopotámico, además de la Escuela Municipal de Arte e Idiomas y la Biblioteca Municipal.
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