Sus dibujos y pinturas están por toda la ciudad. En acuarela o al óleo, a mano alzada con marcador o carbonilla, lo cierto es que Miguel Ángel Gasparini se ha ocupado desde niño de pintar temas gauchescos con todo lo que ha pasado por sus manos. Desde papeles y libros hasta murales y escuelas, este “pintor del gaucho argentino”, como le gusta que lo llamen, ha recorrido un largo camino hasta desembocar en su atelier-museo La Recova, donde expone sus obras y espera al visitante para contarle personalmente la historia de San Antonio de Areco.
“Es que desde que pinto, siempre rescato la imagen del gaucho con el mayor respeto y autenticidad. Yo vivo con mis paisanos arequinos y veo cómo piensan, cómo trabajan, estoy con ellos en los fogones, en las reuniones, en las pulperías. Podría decir que pinto el campo porque lo vivo. Yo me siento discípulo pictórico del gaucho argentino”,termina de decir mientras nos invita amable un mate antes de pasar a la siguiente pregunta.
El atelier-museo es una verdadera obra de arte por donde se lo mire. Allí guarda un ejemplar de la primera edición del Don Segundo Sombra y otro ejemplar del Martín Fierro en braille, ilustrado con dibujos de Gasparini en relieve. Pero lo que gana protagonismo es un mural de pared a pared de la historia de San Antonio de Areco. Apenas nuestros ojos se posan en él, Gasparini comienza a contarnos la historia de su pago y el porqué de cada ilustración.
Es recién cuando termina el relato que entendemos realmente la historia de San Antonio de Areco y de sus pueblos vecinos. “El que sabe lo que busca, entiende lo que encuentra”, dice la placa de entrada al atelier y al leerla ahora la entendemos de otro modo.
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