El famoso dicho de que "en la casa del herrero el cuchillo es de palo es cierto. Quien vive en las ciudades de San Martín de los Andes, Villa La Angostura o Bariloche, ha transitado más de una vez por la Ruta Nacional 40, conocida como el Camino de los Siete Lagos, pero pocas veces se detiene en ella para observar nuevamente sus encantadores paisajes.
La cotidianidad con que se presentan las cosas hace que no reparemos en estos detalles que para otros son novedosos o importantes.
Reconocida internacionalmente por su inigualable belleza, la Ruta de los 7 Lagos conecta en un viaje de cuatro horas (incluyendo las paradas) los lagos Machónico, Falkner, Villarino, Escondido, Correntoso, Espejo y Nahuel Huapi.
Queda exento de esta lista el lago Lácar, porque comenzamos nuestro recorrido desde San Martín de los Andes; si hubiéramos iniciado el viaje desde Bariloche o La Angostura, el lago que no contaríamos sería el Nahuel Huapi.
Todos estos lagos son el resultado de la metamorfosis glaciaria que hace millones de años experimentó la región. Nos guste o no manejar, a través de una agencia de turismo es la mejor manera de recorrer la ruta, ya que permite que nos dediquemos solo a mirar y escuchar todo lo que nos cuentan los guías.
En nuestro caso, dejamos San Martín de los Andes apenas amanecía bordeando el majestuoso lago Lácar. A medida que el transfer avanzaba por el camino de curvas, fuimos dejando atrás esta pintoresca aldea de montaña.
Tras 5 kilómetros, un desvío hacia la derecha nos anunció el ingreso a la playa Catritre, un paradisíaco lugar ubicado a la vera del lago. Posee un camping organizado con capacidad para 80 parcelas, sanitarios, duchas, proveeduría y un pequeño restaurante.
Un kilómetro más adelante, también a la derecha, observamos el camino que indica el ingreso a la villa Quila Quina. Esta villa veraniega constituye uno de los mejores balnearios naturales de la región; se encuentra enclavada en el límite de las tierras de la comunidad mapuche Curruhuinca con el parque nacional Lanín.
Continuamos por la Ruta Nacional 40 y quince kilómetros más adelante pasamos frente al camino que lleva al centro de esquí Cerro Chapelco. Apenas unos metros más adelante, mientras esperábamos con ansias la llegada del primero de los lagos, pasamos frente al mirador del arroyo Partido. Llamado así por abrirse en dos, el brazo de la derecha del arroyo Partido vuelca sus aguas en una vertiente del océano Pacífico a través de la cuenca del Lácar, mientras que el de la izquierda las vuelca en el océano Atlántico a través de la cuenca de los ríos Collón Curá, Limay y Negro.
El paisaje de toda esta región está tapizado por el bosque andino patagónico, conformado por diferentes notofagus como lengas, coihues, radales, cipreses, raulies, ñires y robles pellín.
La época del año en que se realiza el paseo es fundamental. Si es en otoño, el paisaje circundante se presenta colmado de colores rojos, ocres y anaranjados; en invierno se viste de blanco; en primavera, con colores brillantes; mientras que en verano el verde intenso del bosque se apodera de las vistas e inclusive se refleja en los lagos.
Llegando al lago Machónico
Luego de transitar varios kilómetros, se presentó ante nosotros el lago Machónico. En cada lago el transfer frenaba para dejarnos bajar a tomar fotografías. El Machónico posee un mirador natural desde donde se obtiene una vista panorámica cautivante.
Continuamos la marcha y, luego de haber recorrido 39 kilómetros desde San Martín de los Andes, nos encontramos con la señal que marca el límite entre los parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi, dos de las tres áreas silvestres protegidas que une este corredor. El otro parque nacional es Los Arrayanes, que se encuentra en la península de Quetrihué, en Villa La Angostura.
En el kilómetro 43, el chofer disminuyó la velocidad para que pudiéramos observar la cascada Vuliñanco. Este salto de agua de 35 metros cae en dos vertiginosos brazos a causa de una enorme piedra que divide las aguas.
El Falkner, otro emblema
Pocos kilómetros adelante apareció el lago Falkner. En este punto el guía nos indicó prestar atención al cerro que se encuentra en la margen sur y que tiene impresionantes torres de piedra negra en su cúspide.
Se trata del cerro Buque y en él anidan cóndores, por lo que es posible verlos en vuelo. Sobre la playa del Falkner hay un camping agreste que cuenta con baños, área de fogones, proveeduría, y se encuentra abierto de noviembre a abril.
En frente, el Villarino y más allá el Escondido
Unido al lago Falkner se abre hacia la derecha el lago Villarino, lago que la mayoría de las veces se encuentra “planchado”.
Unos instantes fueron más que suficientes para apreciar la magnitud del lago. En un abrir y cerrar de ojos lo dejamos atrás y luego de varios kilómetros transitados nos encontramos con uno de los más lindos: el Escondido.
Este paraje tiene un pequeño mirador donde bajamos para apreciar sin el vidrio de por medio los colores y el aroma a bosque. Las paradas se multiplican y con ellas el asombro, los silencios y la quietud de los apacibles paisajes que pasaban a ser los protagonistas.
El turno del lago Correntoso y del Espejo
El próximo lago fue el Correntoso, un lugar paradisíaco donde los pobladores locales ofrecen verdaderas exquisiteces al visitante, entre ellas pastelitos y tortas fritas caseras cocinadas por mujeres descendientes de mapuches.
De nuevo en la ruta, la meta ahora era alcanzar el lago Espejo y contemplar su belleza desde alguno de sus miradores. Recibió el nombre Espejo por el efecto que se contempla en sus aguas, donde el cielo, las montañas y el bosque se reflejan de manera perfecta.
Así llegamos al kilómetros 100 del recorrido. Pasamos frente al cruce de la ruta nacional 231, que lleva al paso internacional Cardenal Samoré. Este paso comunica a la Argentina con la zona de Puyehue y con la Carretera Panamericana de Chile a la altura de la ciudad de Osorno.
Al final, el Nahuel Huapi
Seguimos y unos kilómetros más adelante se abrió ante nuestros ojos una espectacular vista del sector norte del lago Nahuel Huapi, el último lago de este bello circuito.
Nahuel Huapi significa “tigre de los ríos” y basta con nombrarlo para que en forma inmediata nos venga a la mente la presencia de una criatura milenaria que habita sus aguas. Leyenda o no, en cualquiera de las excursiones a los 7 Lagos se termina hablando del Nahuelito, su habitante ilustre al que la ciencia todavía no pudo encontrar.
Así terminamos la famosa ruta. La misma que, aunque pasen los años, sigue siendo la más linda de todas y que hoy se encuentra totalmente pavimentada. Algo que en otros tiempos parecía imposible.
La belleza de la ruta de los 7 Lagos permanece intacta, esperando a que te animes a recorrerla.