El cañón del Río Juramento dibuja un paisaje agreste, rodeado de formaciones geológicas, hallazgos de algas fósiles y huellas de dinosaurios. Una forma divertida de conocerlo es descender en balsa por sus rápidos.
Con ganas de meternos al agua y disfrutar del sol, salimos en el auto que nos había prestado Constanza, de Marina Turismo, rumbo al dique Cabra Corral. Allí nos esperaban los chicos de Salta Rafting para hacer una bajada por el río Juramento. Sabíamos que el embalse del dique abre sus compuertas aumentando temporalmente el caudal del río, que se convierte en un curso de agua de grado III para practicar rafting o kayak.
Las curvas y contracurvas del camino a Cabra Corral descubrían los colores de las sierras con sus paredes basálticas. Cruzamos el puente donde los más intrépidos se arriesgan a realizar bungee jumping y, después de unos kilómetros más, llegamos hasta la base.
Nuestros guías ya estaban listos para darnos las lecciones de rafting y seguridad y, luego de la charla, dividimos los grupos. Provistos de cascos y chalecos salvavidas, nos subimos a un colectivo que nos acercó hasta la orilla del río.
Los instructores dieron unos últimos ajustes a la balsa y nos subimos para iniciar nuestra aventura por el Juramento.
Mejor imposible
El día estaba fantástico y el agua más que tentadora. Empezamos a remar tranquilos, nos quedaba por delante dos horas de diversión. Me acompañaban dos chicos alemanes que el día anterior ya habían hecho una bajada, una pareja de españoles y una cordobesa que viajó a Salta por trabajo y se hizo una escapada a Cabra Corral para “desenchufarse”.
Diego, nuestro guía, nos hizo practicar algunas consignas y como era un tramo muy calmo nos sugirió darnos un chapuzón. Fue una idea muy refrescante porque el sol ya se hacía sentir.
A nuestro lado iban los kayaks de seguridad, que se adelantaban para sortear los rápidos. Atrás de ellos fuimos nosotros y salimos un poco mojados pero sin mayores problemas. Seguimos remando, esperando la próxima sorpresa del río. Como me ubiqué en la proa, el esfuerzo era mayor pero enfrentar los rápidos primero valía la pena. Diego nos tiraba los comandos y nosotros respondíamos bastante bien, hasta que en uno de los rápidos nos encallamos en una roca y tuvimos que remar duro para salir. Descansamos más adelante, mientras esperábamos que las otras balsas nos alcanzaran.
A medida que avanzábamos por el curso del río, Diego nos mostraba las distintas formaciones rocosas, algunas con algas fósiles, y los nidos de cóndores que se esconden en las paredes.
Llegando al final de los rápidos, nos volvimos a tirar al agua. Habíamos vencido los 10 rápidos del río Juramento. Cansados, pero contentos, nos quedamos en la orilla compartiendo jugo y alfajores.
De vuelta al parador, en el restaurant “La Cresta de la Ola”, ya se olía el asado. Durante el almuerzo, no faltaron las anécdotas de la jornada. A eso de las tres de la tarde, nos vinieron a buscar para acercarnos al hotel del Dique y seguir disfrutando de todo lo que tiene para ofrecer Cabra Corral.