Durante varios meses al año, las calles del balneario Mar Chiquita se visten de color y movimiento; las cabañas y posadas ofrecen sus alojamientos confortables y los negocios reabren sus puertas.
Con la llegada del buen tiempo, sus arterias arboladas y hospitalarias se colman de gente que va y viene y brindan acción permanente. Los lugareños suelen movilizarse en bicicleta o pequeñas motos y casi todos, incluso los visitantes, a pie.
Además de la presencia de supermercados, locutorios, centro asistencial y restaurantes pequeños, durante las épocas de actividad turística se fijan puntos de moda, como algún pub o resto bar.
Todo está cerca de todo y, aunque el pueblo es pequeño, cuenta con su historia comentada por quienes habitan durante todo el año. Un ejemplo de ello es el Centro de Atención al Visitante, también conocido como El Refugio. El edificio data de 1930 y se la considera la casa más antigua.