De aspecto sencillo, con arterias anchas y sólo unas pocas asfaltadas, este pueblo marítimo recibe a aquellos turistas deseosos de pasar unas vacaciones sin apuros.
Desde la ciudad de Miramar, se ingresa a Mar del Sur por una de sus pocas calles con solado asfáltico hasta localizar el centro urbano.
Cuatro manzanas componen la plaza principal, sobre la cual descansan una capilla y los edificios de la policía provincial y la delegación municipal. La distancia hasta la costa es de unos ochocientos metros y eso es debido a que en su fundación fue necesario alejar la población de los fuertes vientos marinos.
Por la avenida 100, sobre la cual están asentados muchos comercios y servicios, llegamos hasta la costanera y la playa. Una hilera de frondosos arbustos acompaña el paseo costero y separa la parte construida del mar.
Muchas residencias particulares muestran su arquitectura original y existe una casa cuyo dueño tachonó paredes, pisos y mesas de jardín con millares de valvas de moluscos reunidas en la playa. Se la conoce como la Casa de los Caracoles.
Además de cabañas y hosterías, en todo el sector urbano hay varios camping en zonas con arroyo y arboleda. En la medida en que llega más gente cada verano, aumenta la oferta de alojamiento.
Notamos que los balnearios de la zona céntrica eran los más concurridos y los que tenían servicios para ofrecer. Luego, la franja costera sigue siendo ancha pero se espaciaban los grupos de personas al sol.
Dos arroyos llegan a la costa y mezclan sus aguas dulces con las saladas del mar. Hacia las afueras, vimos que los médanos sirven a los más jóvenes para la práctica de sandsurf y travesías con vehículos areneros todo terreno.
También más alejados del centro, sobre Punta Pérez, los pescadores disfrutaban de un lugar interesante para la pesca variada con caña para orilla. En invierno, quienes se animan a las temperaturas y vientos costeros obtienen pejerreyes, la especie más requerida por los entusiastas.
En Mar del Sur, el premio mayor es saber apreciar la naturaleza en estado casi virgen. A eso aspiran sus habitantes permanentes y lo comparten con quienes eligen para sus vacaciones este lugar agreste y silencioso.
Las imágenes del hotel, son gentileza de la Asociación Amigos Hotel Boulevard Atlántic (Mar del Sur)