Nono, proviene de Ñuño, vocablo quechua que significa senos de mujer. Dos hermosos cerros ( de las sierras de Achala) se levantan altivos y elegantes a la vera del río Chico cuidando celosamente la pureza de sus aguas. Desde hace unos 6.000 años que la zona tiene población integrada por comunidades de las culturas: Ayampitín, Ongamira, comechingones y sanavirones. Los primeros pobladores, estudiados por los arqueólogos, han determinado que eran cazadores y recolectores nómades que basaban su economía en la caza del guanaco y en la recolección y molienda de productos vegetales. Los Comechingones son los integrantes de la cultura que llega hasta la aparición de los conquistadores. Hacia el 1550, en las sierras y en parte de los llanos vivían ellos que habitaban en caseríos de no más de 30 ranchos, que asomaban apenas un metro del nivel del suelo y tenían otro metro y medio hecho pozo. Los hombres y las mujeres se vestían con camisas orladas con chaquiras a las que añadían pulseras y collares en las fiestas como también pendientes de rodado y trozos de mica. Cuando guerreaban se pintaban la cara mitad negra y mitad colorada y salían armados con arco y flecha, media pica y maza. La zona fue último asentamiento indígena de Traslasierra y escenario en los siglos XVII y XVIII, de disputas y pleitos entre indígenas y conquistadores. Si bien la presencia de los primeros Jesuitas en Córdoba se remonta a 1589, éstos no se establecieron en un lugar determinado, sino que realizaron diversas acciones misioneras mientras iban relevando el territorio. Las carencias de los pueblos de tan vasta región y las necesidades espirituales motivaron a la Compañía a finalizar con sus misiones volantes y radicarse definitivamente en Córdoba. Estas tierras fueron concedidas en 1595, al escribano Juan Nieto, quien fue su primer encomendero, se cree que fue quien redujo los indios. Las tierras que están al sur del río Nono fueron a parar en 1689 a manos del Gral. Bartolomé Olmedo, que se instaló cerca del pueblo indígena. Desde entonces entre él y los indios se suscitaron reiterados litigios en defensa de los derechos sobre la tierra. En 1689, la Compañía de Jesús vendió sus propiedades a Ana Maria Bustos y Albornoz. En 1718 hubo una epidemia que causó en Nono muchas muertes.También el cacique que era Mariano Santuchón se enfermó de la peste y hallándose en trance de muerte llamó al pueblo. Agustín Olmedo hijo del general Bartolomé le dio los papeles de la fundación del pueblo para que se los entregara al encomendero. Según los indios, Olmedo retuvo esos papeles y solicitó una merced al virrey, aduciendo que el pueblo estaba vacante. Lo cual no era cierto, pues a pesar de los muchos muertos en 1718 aún había en Nono 33 familias que constituían un número suficiente como para que se considerara habitado el lugar. En defensa de su causa partieron hasta la audiencia de Charcas el cacique Felipe Socolín y cinco indios de Nono. Allí se hicieron escuchar y ganaron el incidente, obteniendo una orden por la cual se mandó devolverles sus tierras a los naturales (1721). En 1757 se construyó la Capilla de la Fundación de Nono, y el gobernador Félix de la Peña dispuso por decreto del 7 de enero de 1870, crear un departamento nuevo al que denominó Del Tránsito y que abarcaba Nono, Tránsito, Panaholma y Ambul. En 1865 el Rey expidió una real cédula amparando a los indios en la posesión de sus tierras. No obstante lo cuál los Olmedo, lograron hacer valer sus títulos hasta el río Nono. A partir del 1800 tuvo un breve período de fuerte crecimiento, donde se destacó la acción de Sobremonte, gran impulsor del poblamiento del interior de la provincia.
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