Luego de recorrer largos trechos por el sur argentino, la ruta nacional 40 nos tenía preparada una sorpresa. La estancia Telken, típico establecimiento de campo, cambia el paisaje inhóspito por un espacio lleno de vida, trabajo y esparcimiento que atrapa a quien busca descanso y autenticidad.
Desde Perito Moreno viajábamos en auto hacia la Cueva de las Manos e hicimos un alto de una jornada en una casona de madera atendida por gente muy amable que nos hizo sentir como en casa desde el primer minuto. Al ingresar nos recibió la chimenea encendida. Luego de unos minutos de charla distendida, dejamos nuestros bolsos de mano para salir a caminar acompañados por los dueños de casa.
Admiramos el hermoso y florido jardín del frente de la casa, donde unos viejos árboles contrastaban con los lupinos o chochos, arbustos bajos de grandes racimos de distintos colores, típicos de la zona. Los perros acompañaron nuestros pasos cerca pero sin molestar y sabiendo de antemano que nos dirigíamos hacia los galpones de los ovinos y a las caballerizas.
En este último espacio, subimos a unos caballos que nos llevaron en un corto paseo por los alrededores, los cañadones rocosos y algunos arroyos con poca agua. Llegamos a un claro donde nos convidaron con un mate con pancitos caseros. Durante ese instante inolvidable conocimos algo de la actividad de la estancia.
Para quienes deciden quedarse varios días, existen varios paseos en camionetas 4 x 4 o a caballo hacia la meseta basáltica del lago Buenos Aires o a las Cuevas de las Manos y Los Toldos. Supone una experiencia fantástica donde las pendientes y el río Pinturas muestran su encanto especial. Al llegar a las pinturas rupestres de más de 9.000 años de vida, se toma real conciencia de la primitiva forma de vida de los hombres que habitaron esas tierras.