La línea fronteriza corta imaginariamente en dos este fantástico espejo de agua, que del lado chileno se conoce como General Carreras. Su identidad y hermosura no conocen de nacionalidades.
Se llama Buenos Aires pero dista de parecerse a
la capital del país. Es un clásico lago patagónico, con el encanto de sus aguas generosas en pesca y vientos que lo encrespan o lo acarician, según el día. Desde nuestra cabaña, podíamos disfrutar de una hermosa vista de las recortadas costas del lago Buenos Aires durante una espléndida mañana de sol casi sin viento. Luego de realizar una visita corta al
pueblo, nos fuimos hacia allí cuando de a poco comenzaban a llegar pescadores y familias. En la orilla observamos varias embarcaciones y nos acercamos para consultar acerca de algunas características del lago. Supimos que su superficie es de 2.240 kilómetros cuadrados repartidos entre los territorios argentino y chileno y que es habitual el color turquesa de sus aguas.