Visita a la estancia María Behety

Nuestra consigna era visitar la estancia María Behety para entender cómo se vive en un entorno de trabajo rural dedicado a la cría de ovejas en un punto lejano de la Patagonia. Para ello salimos temprano de la ciudad de Río Grande pasando por la Laguna de los Cisnes, lugar apreciado por observadores de aves que allí encuentran especies poco habituales cuando sube la marea.

Imposible no distinguir un inmenso cobertizo color bordó en el ingreso a la estancia, donde fuimos recibidos con cordialidad por uno de los guías.

De inmediato nos invitó a recorrer el interior del galpón de esquila (el más grande del mundo), que llega a albergar 7.000 ovinos. Estaban pesando fardos de lana de unos 300 kilogramos y nos mostraron cómo trabaja la prensa.

Nos impactó conocer detalles acerca de la producción lanar de esquila raza Corriedale reconocida en el mercado mundial. Su famosa cabaña de carneros puros de pedigrí se presenta anualmente en la Exposición Rural de Buenos Aires y en otras exposiciones internacionales y acapara los principales premios. Sus grandes campeones están en el origen de nuevas cabañas de gran renombre.

El frigorífico es también un espacio modelo en el que se faena animales para el mercado nacional; también cumple con todos los requisitos exigidos para exportar.


Un poco de historia

Las tierras que ocupa la estancia fueron compradas en 1899 por José Menendez, empresario de Punta Arenas, donde ya existía una explotación de ganado ovino. Él organizó las estancias Primera Argentina y Segunda Argentina. Esta última pasó a llamarse María Behety y se la considera la de mayor extensión y mejores rendimientos.

Al ingresar a la Cabaña Vieja, vimos a los cuidadores en la tarea de limpiar y acondicionar los corrales con esmero, ya que se sigue un criterio de riguroso orden y limpieza para lograr rebaños de excelencia. Los animales se encontraban en el campo pastoreando.

El casco principal de la estancia está compuesto por un conjunto de casas de construcción clásica fueguina, todas pintadas con suaves colores pastel que componen un conjunto muy agradable con el verde de los pastizales.

El camino principal lleva a la casa perteneciente a la familia Menéndez Behety, a la de los huéspedes, a la de los peones y al comedor de los turistas. Más allá, la casa de los ovejeros, la capilla y la panadería complementan el espacio principal.

La estancia se autoabastece y es de tal magnitud que parece un pueblo. Los huéspedes interesados en la pesca deportiva se alojan en sus dos lodge: el María Behety frente al río, a 20 kilómetros de la estancia, y el Villa María, en el mismo casco. Ambos ofrecen cotos de pesca sobre 40 kilómetros de costa del río Grande, donde se obtienen piezas de truchas marrones y arco iris de excelente calidad y tamaño.

Cuando nos íbamos, dimos un último vistazo a sus campos repletos de vacunos, caballos criollos y llamas y nos quedó la impresión de haber conocido solo una parte de todo lo que la estancia tiene para ofrecer.