En la zona norte de la provincia de Buenos Aires, a solo 20 kilómetros de la Capital Federal, se alza la ciudad de San Isidro, con características coloniales e inserta en una sociedad pujante y moderna.
Sugerimos iniciar el recorrido por su casco histórico y la centenaria catedral San Isidro Labrador frente a la plaza Mitre. Imponente, de línea arquitectónica neogótica, impacta por sus dimensiones, sus vitraux e imágenes del altar mayor y laterales.
La plaza luce una escalinata importante, jardines con viejas palmeras y tipas, un reloj floral y es ambiente propicio para espectáculos de arte y música. En ella se asienta la feria artesanal, un clásico sanisidrense.
En sus alrededores, algunas residencias muestran su pasado glorioso. Las quintas Los Ombúes y Los Naranjos, a mediados del siglo XIX, reunieron a las familias más reconocidas de la sociedad porteña. A pocas cuadras, el Museo Pueyrredón, de fines del siglo XVIII, y la casa de la escritora Victoria Ocampo abren sus puertas para conocer sus construcciones, objetos personales y sus parques sobre las barrancas del Río de la Plata.
En la parte inferior de la plaza, un viejo edificio ferroviario de origen inglés es ahora la estación San Isidro del Tren de la Costa. Una galería comercial, feria de anticuarios y locales gastronómicos le dan categoría a este sector conocido como El Bajo.
Los vecinos de San Isidro sienten orgullo por sus clubes deportivos, tanto los que tienen al rugby como actividad principal como los que se ubican en la costa rioplatense y se dedican a las actividades náuticas. El CASI, el SIC, el Náutico, el Golf Club son entidades arraigadas en la vida de la ciudad, así como el hipódromo, con pista de césped natural.
La avenida Del Libertador y la calle Alvear son admiradas por sus vidrieras glamorosas. Muchos restaurantes y sitios de cultura funcionan en viejas casonas coloniales o studs y cobran relevancia por su propia historia de vida.
Recorrer la ciudad de San Isidro lleva más de un día y una noche. Hay mucho para descubrir detrás de sus paredes anchas de adobe, sus calles empedradas y negocios elegantes. Bien vale quedarse a dormir en alguna de sus hosterías u hoteles boutique.
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