Conectando la capital de Santa Fe con Paraná, su par entrerriana, el Túnel Subfluvial Hernandarias convierte las dos ciudades en una única y atractiva zona turística.
Nuestro viaje comienza en la costanera de la ciudad de Santa Fe. Tras dejar atrás el emblemático puente colgante y la costa este de la laguna Setúbal, tomamos la ruta nacional Nº 168 en dirección a la vecina provincia de Entre Ríos.
Un tobogán bajo el agua
Al acercarnos al río, la ruta comienza a descender lentamente en una especie de cavidad y las paredes se van elevando de a poco. Frente a nosotros, tras una curva del camino, se yergue la entrada del túnel. El viaje hasta el fondo del río está cerca.
Sobre el ingreso al túnel, los carteles indican no adelantarse y respetar la velocidad máxima. Los semáforos nos dan las luces verdes. Seguimos avanzando, la luz del sol queda atrás y la autovía se sumerge en el largo y bien iluminado tubo de concreto.
A medida que el asfalto corre bajo las ruedas de nuestro vehículo, notamos que el declive desaparece. Ya debemos de estar sobre el lecho del río. Autos y camiones nos cruzan por la mano opuesta como si nada; parece mentira que estemos a treinta metros de profundidad bajo el Paraná.
El declive se torna ascendente y tras unos minutos notamos una luz distinta al final del camino. La boca del túnel se agranda y a través de ella un jirón de nube nos revela que ya estamos subiendo a tierra firme. En no más de cinco minutos atravesamos los casi dos kilómetros y medio de río que separan las orillas de ambas provincias.
En las instalaciones del lado de Paraná, un guía nos describe cómo se ensamblaron los 37 cilindros de hormigón que componen el túnel, de 65 por 11 metros cada uno y de 4.500 toneladas de peso. Nos muestra fotos de cómo los remolcaban, flotando, hasta donde eran sumergidos y ensamblados entre sí con la ayuda de buzos.
Las provincias sean unidas
Además del ambicioso logro de su construcción, la seguridad del túnel es un desafío constante y para eso en su sala de comando se coordinan todos los mecanismos de seguridad, como un circuito cerrado de TV, sistemas de comunicaciones, sistemas de renovación del aire, de detección de incendios y filtraciones, y muchos más.
Su realización tardó ocho años, costó casi 60 millones de dólares y concretó el sueño de integrar las vías de comunicación terrestre entre las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, aisladas geográficamente por las caudalosas aguas del Paraná.
Cuando emprendemos el regreso recordamos, alegres, lo último que nos dijo el guía: “hace cincuenta años, cruzar el río en Ferry llevaba más de una hora; ahora, con el túnel, sólo cinco minutos”.