A lo largo de poco más de 100 kilómetros la Quebrada de Humahuaca desarrolla sus paisajes admirados por turistas de todo el mundo acompañada del río Grande y la ruta nacional 9. Cada uno de los pueblos que crecen a su vera es un verdadero hallazgo y merece una visita para caminar entre casas de adobe con flores en los balcones.
Desde Volcán hasta Humahuaca, la mayor riqueza de poblaciones como Purmamarca, Maimará o Tilcara es su entorno, sus valles fértiles y sus pobladores, gente sencilla que siente orgullo de sus raíces y de sus costumbres. Una charla con los lugareños permite consultar acerca de sus fiestas patronales del momento, sus festivales de minga, chicha o coplas e integrarse a esas ceremonias.
En gastronomía, sus locros, tamales, cabritos asados y otras delicias autóctonas están en manos de familias enteras que ofrecen sus comidas típicas en sus propias casas. Un denominador común es el tono alegre de sus negocios donde ofrecen coloridos tejidos (ponchos, tapices), cestería con fibras vegetales y piezas de orfebrería
En primavera, los amaneceres y los atardeceres son momentos increíbles en los que la temperatura imperante permite paseos y caminatas sin esfuerzo. A su vez, los rayos oblicuos de la luz solar alcanzan cada sector de los cerros multicolores de una forma distinta, permitiendo ver las texturas de las milenarias formaciones rocosas y el predominio de sus tonos pastel.
Recomendamos llegarse hasta los rincones menos promocionados como las serranías del Hornocal, en Humahuaca. Con sus laderas de once colores, y las luces de la tarde, es un
Bonus Track que no debe perderse.
http://www.youtube.com/watch?v=poStlOSUT1Y
En primavera, la Quebrada de Humahuaca tiene todo por descubrir, sin las temperaturas altas de pleno verano.
Autora: Mónica Pons
Foto: Eduardo Epifanio