De peña en peña

La noche salteña es una caja de sorpresas. No importa que hayamos realizado paseos extensos y vitales durante el día: jamás se deja de salir a cenar y presenciar alguna de las peñas que ofrecen lo más auténtico de la tradición de Salta.

En una semana de vacaciones en “la linda”, variamos los lugares adonde ir a comer para conocer sus distintos estilos. Pasamos por restaurantes con excelentes parrillas, otros más informales de especialidades regionales, y también pubs y bares donde tomar un trago. La música, el canto y el baile nos acompañaron siempre, y con ellos la alegría de un pueblo que sabe cómo ser espontáneo y compartirlo con quienes lo visitan.

Desde las más afamadas peñas de Los Gauchos de Güemes o de Balderrama, con muchos años de permanencia, hasta los locales más jóvenes, todos tienen un público cautivo. Por ellos han pasado los más conocidos letristas, poetas e intérpretes, que dejaron una huella indeleble con sus improvisaciones entre amigos. El Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, Juan Carlos Dávalos, Los Chalchaleros, los Fronterizos son solo algunos de los nombres imborrables. "Dónde iremos a parar, si se apaga Balderrama" es una de las letras que mejor manifiesta la esencia de estos boliches.

La calle Balcarce es una de las más visitadas, ya que cuando llega la noche y se prenden las luminarias todo se llena de color y música. Nos pareció interesante elegir los distintos estilos de su gastronomía para no dejar nada rico sin probar: cocina gourmet de alta montaña, asadores con buenas carnes y, en especial, los cortes delicados de llama y cabrito. Las empanadas salteñas con carne cortada a cuchillo, las humitas y tortillas al rescoldo son algunas de las especialidades.

Una vez ubicados en nuestras mesas, elegimos qué comer y beber entre un amplio repertorio de exquisiteces y vinos salteños. De a poco, mientras el local fue completando su capacidad, el espectáculo del escenario ocupó un lugar más importante en la velada.

La música andina, con sus guaiños y carnavalitos, nos ofreció su dulzura habitual y dio paso a sonidos más animados; los comensales comenzaron a entrar en ritmo, agitando pañuelos o intentado seguir la letra de las canciones. En algunos casos, hasta existe una pista de baile para animarse a zarandear la pollera al compás de una zamba o chacarera. Lo importante es involucrarse con lo que se está viviendo y, en eso, nadie se queda atrás.

Las peñas son el fiel reflejo de cómo gustan vivir los salteños, quienes rinden culto a sus tradiciones y costumbres heredadas de sus ancestros. Respetan las comidas en familia y no olvidan cómo cocinaba la abuela o como hacía el vino patero el abuelo. Pero a la hora de disfrutar del tiempo libre, nadie mira el reloj.

Por todo ello nos dejamos llevar por el refrán que dice: “Allí donde fueras, haz lo que vieras”.