Las actuales tierras de Carhué, muy abundantes en pastos, arroyos y lagunas, eran muy apreciadas por tehuelches y araucanos, que utilizaban las salobres aguas del lago de forma terapéutica mucho antes de la llegada del criollo con la Campaña del Desierto.
Según cuenta la leyenda, después de un gran incendio de bosques, un niño fue encontrado por un grupo de indios levuches y bautizado Epecuén, que en su lengua significa “casi quemado”, en recuerdo del fuego del que se salvó por milagro.
El huérfano creció fuerte y demostró ser valiente en la guerra. En una batalla victoriosa contra los puelches, Epecuén —que ya era un joven atractivo— se apoderó de la hija del cacique enemigo: la joven y fresca Tripantu, que en la lengua pampa significa “primavera”. El amor del guerrero y la doncella duró lo que dura una luna completa y, tras ese período de intensa felicidad, Epecuén se enamoró de otras cautivas robadas en las batallas.
Esto causó una profunda tristeza en Tripantu y comenzó a llorar de tal manera que sus lágrimas formaron un gran lago salado que ahogó a Epecuén y a todas sus amantes. Esa fue su venganza.
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http://www.welcomeargentina.com/carhue/leyenda-lago-epecuen.html