Es difícil de explicar con palabras. El río Iguazú es casi rojo debido a la cantidad de sedimentos que arrastra de su lecho y, de pronto, es como si se hundiera en un gran pozo al que el hombre bautizó Garganta del Diablo.
El río se hunde y una nube blanca comienza a subir al cielo mientras el agua salta de un lado al otro formando las famosas cataratas. Desde el aire, se puede apreciar que todo el entorno es selvático y que tanto del lado brasileño como del argentino aparecen algunos hoteles internacionales que se mimetizan con esta postal.
Las pasarelas se observan de manera perfecta desde el helicóptero y es imposible no sentirnos orgullosos por el ingenio del hombre, que para poder estar exactamente allí, donde la naturaleza es perfecta, instaló estas grandes obras de la ingeniería.
El recorrido y los giros que realiza la maquina permiten una perspectiva única de los saltos. Se realiza una especie de triángulo que permite conocer, además de las cataratas, el hito de las Tres Fronteras (donde limitan Brasil, Argentina y Paraguay) y la represa de Itaipú, otra maravilla de la ingeniería.
Desde el aire es posible divisar varios de los paseos que se realizan en los parques nacionales, tanto del lado argentino como del brasileño, donde además de caminatas por la selva, distintos gomones se acercan hasta los saltos para realizar el ritual de bañarse con el spray de agua que estas duchas naturales generan cuando caen al vacío.
Volar sobre las cataratas en helicóptero es una excursión distinta. Permite tener una visión única de este lugar que posee la magia necesaria para dejar satisfecho al más exigente de los mortales, incluso a aquel que cree haberlo visto todo.
Hoy, estos vuelos nos permiten ver la cantidad descontrolada de agua que viene del Brasil, producto de la gran cantidad de precipitaciones que cayeron durante Mayo y lo que va de Junio en las sierras brasileñas.
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http://www.welcomeargentina.com/puertoiguazu/fotografias3.html