Lo cierto es que un enorme bloque de granito permaneció durante décadas en un curioso equilibrio oscilante hasta que en 1912 cayó al vacío y se rompió en pedazos. Muchos aseguran que, de no ser porque los graciosos y pícaros de la época comenzaron a colocar latas y vidrios debajo de su estructura cuando oscilaba, la mole hubiese llegado tal cual hasta nuestros días. Pero lamentablemente no fue posible.
Fotos de la época muestran a diferentes personajes mundiales, locales y turistas, subidos al gran bloque, imitándolo y burlándose de su impecable equilibrio. Y era tal la fascinación que despertaba, que aunque en esos años el turismo prácticamente no existía tal como lo concebimos actualmente, todo aquel que pasaba por la zona no dejaba de sacarle una foto e incluso de pintar o grabar a mano en algunas de sus caras.
El nombre de la piedra dio origen a cafés, librerías, peluquerías y barberías, pulperías, herrerías y hasta comercios impensados. Algunos viejos vecinos recuerdan a un fanático que quiso bautizar a su primera hija mujer con el nombre María Movediza, algo que por supuesto le fue prohibido por el registro civil de aquellos años. Incluso, el primer hotel tandilense llevó su nombre. Hoy se encuentra reciclado en uno de los cafés más pintorescos que tiene la ciudad.
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