Desde la ciudad de Córdoba son unas horas nomás, pero transitarlas es algo tan bello que podríamos afirmar que para conocer esta hermosa provincia es necesario llegar a La Cumbrecita, y luego sacar conclusiones turísticas.
Con influencias europeas por dónde se la mire, La Cumbrecita ha llegado hasta nuestros días conservando el mismo espíritu distintivo con el que fue creada. Su ahora "camino peatonal" logra hacernos caminar por todo el pueblo, uniendo los senderos que se van bifurcando y que nos permiten conocer las casas de los vecinos estables del lugar.
Es con la llegada de los primeros fríos del otoño cuando las especies del lugar comienzan a volverse ocres, amarillas, naranjas y rojas, logrando que la vista quede maravillada con tantos colores.
La Cumbrecita comenzó su desarrollo en el año 1934 y se convirtió en un verdadero paraíso a medida que fue habitada por distintas familias europeas que traían lo suyo, sus costumbres y tradiciones.
Ni bien llegamos, un cartel en la entrada nos indica: "Bienvenidos al Primer Pueblo Peatonal del País". Y no hay alternativas, hay que dejar el auto y caminar el pueblo, así de simple y así de hermoso a la vez.
En La Cumbrecita el tiempo pasa lento, no corre. Podría decirse que las horas duran horas y por momentos parecieran tener más minutos que en el resto del planeta.
Un arroyo de aguas cristalinas invita a cruzarlo, mediante un pintoresco puente, para empezar el recorrido.
Y luego nada volverá a ser igual...