Purmamarca, "Pueblo de la Tierra Virgen" en lengua aimará, está enclavada al pie del policromático Cerro Siete Colores, que le otorga el contraste turístico ideal, por deleitar los sentidos de los visitantes que pasan por la localidad.
El ejido urbano con construcciones de adobe y techos de cardón con tortas de barro, fue trazado en torno a la iglesia principal de 1648, consagrada bajo Santa Rosa de Lima, hoy declarada Monumento Nacional, por su disposición arquitectónica y por las pinturas e imágenes cuzqueñas que posee en su interior.
Por los alrededores de Purmamarca se pude disfrutar del paisaje realizando trekking, cabalgatas o excursiones de turismo contemplativo por el lecho del río homónimo, o por el Paseo de los Colorados, que posee hermosas vistas con conformaciones pétreas que fueron talladas naturalmente.
Sobre su plaza funciona permanentemente la feria artesanal donde es posible adquirir artículos regionales como vasijas, alfombras confeccionadas en telares, ponchos, instrumentos musicales y ropa típica de la quebrada.
Celebraciones comunitarias como el misa-chico, el culto a los difuntos o a la Pachamama y la música autóctona ejecutada con quenas, cajas, erques y sikus, entusiasman a los turistas y denotan el fuerte arraigo de la cultura del lugar.
Una interesante infraestructura en alojamiento y la distintiva gastronomía, completan la oferta turística de Purmamarca.