San Francisco de Alfarcito y Purmamarca comparten el título de pueblos auténticos en Jujuy. Las características culturales y naturales hacen que la identidad se conserve genuina y acompañe el crecimiento comprometido con la comunidad. Además, Alfarcito es pionero en el turismo rural comunitario. Se conserva y fomenta el patrimonio inmaterial y el destino turístico sustentable.
Circuitos en Alfarcito
San Francisco de Alfarcito es una localidad del departamento Cochinoca en la provincia de Jujuy, ubicado a 125 km de la capital jujeña y 54 km de Humahuaca, a través de la RN 9. El nombre proviene del patrono del pueblo y su origen en el cultivo de la alfalfa. La mayoría de los habitantes trabajan con el turismo rural comunitario, lo que pone de relieve su propia identidad, en tanto esta sabiduría ancestral se enmarca en paisajes increíbles de colores terrosos, ocres y amarillos.
Se ponen en valor el estilo de vida, las tradiciones y las fiestas que hacen al desarrollo turístico, de modo que los habitantes abren sus puertas para dar a conocer sus actividades de campo y artesanales, por ejemplo, los tejidos en lana de llama, y las tradiciones anfitrionas.
En este pueblo de unos 170 habitantes, la experiencia está con solo observar y caminar por sus callecitas de tierra. Hay varios circuitos que se pueden aprovechar. Una visita esencial es la iglesia San Francisco de Asís, el centro de reunión del pueblo y un hito en la construcción de la comunidad.
Los paseos más frecuentes son el circuito de los artesanos con el salón permanente de exposiciones y los talleres de mujeres tejedoras que comparten sus saberes artesanales; una caminata corta por el antiguo trayecto Casa León que lleva hasta una vieja mina abandonada, con playitas intermedias a lo largo del río Agua Salada; una visita a la laguna de Guayatayoc, un destino para el avistaje de aves; una excursión más larga hasta la comunidad de Sausalito, que sobresale en la producción de tejidos y tapices, o el circuito Las Estancitas, donde se pueden conocer las actividades de campo y los puestos de arreo de llamas y cabras de doña Ernestina y doña Marta. Un paseo hasta la escuela antigua a unos 3 km también es excusa para hablar sobre flora, fauna e historia del lugar.
Los conocedores aconsejan llegar en pequeños contingentes para disfrutar de la experiencia comunitaria y la cultura ancestral. Naturaleza, tradiciones y hospitalidad se aúnan en la oferta turística de este destino en la Puna, con una perspectiva intercultural y actividades que sazonan muy bien los guías locales.