Presentamos una de las residencias más importantes de Entre Ríos. Descubra los rincones más íntimos de la casa del General Justo José de Urquiza al visitar el Palacio San José.
A escasos kilómetros de la ciudad de
Concepción del Uruguay, la provincia de Entre Ríos se enorgullece en presentar al
Palacio San José.
Esta residencia perteneció a uno de los caudillos más importantes de la historia argentina, por enarbolar la bandera de la causa federal, contribuyendo significativamente a la organización nacional e institucional del país: el General Don Justo José de Urquiza.
Este importante edificio, hoy devenido en Monumento Nacional, fue concebido originariamente como la casa principal de un próspero establecimiento rural, propiedad del legendario caudillo entrerriano.
Al pararse frente a él, el visitante puede apreciar la fachada principal del edificio, que consta de una galería con un frente de arcos que caen sobre columnas de estilo toscano. Enmarcado por dos torres simétricas en las esquinas, se encuentra adornado con un friso con motivos clásicos, coronado con un barandal que tiene en el centro al escudo provincial en hierro fundido.
Una vez en su interior, se puede conocer acerca de los detalles más importantes de esta obra arquitectónica, gracias a las visitas guiadas organizadas conjuntamente por las Secretarías de Turismo Provincial y de la Presidencia de la Nación.
El interior del palacio
Sus grandes patios conforman dos ambientes bien diferenciados. El patio del parral posee una superficie de quinientos metros cuadrados. Se encuentra circundado por diecisiete habitaciones que eran destinadas a alojar a algunos oficiales, empleados o visitantes de poca importancia.
Es de destacar el magnífico trabajo de herrería en forma de lira, forjado en 1861, para que las vides que fueran plantadas en ese año, tuvieran dónde apoyarse.
Por su parte, el patio de honor es el más importante de la casa. En él se desarrollaba la vida familiar de Urquiza. Los dormitorios de huéspedes con jerarquía se encuentran en el ala oeste. Algunas de estas habitaciones fueron ocupadas por el General Bartolomé Mitre y por Domingo F. Sarmiento, lo que da cuenta del nivel que representaba la casa y su dueño a fines del siglo XIX.
Otro sitio de notable importancia del palacio es la sala de los espejos. El impresionante cielorraso que le da nombre fue realizado con más de cien espejos de origen francés y un artesonado hecho en madera de pino blanco importado..
Los momentos de reunión familiar transcurrían en el comedor de la residencia. En su interior se puede apreciar la mesa en madera de caoba de nueve metros de largo y el fino centro de mesa que decora con solemnidad al resto de la habitación.
En el escritorio político y en la sala de juegos se observan muebles de la época y objetos de trabajo de Urquiza, cuando éste desempeñaba su labor como estadista y como hombre de negocios.
La capilla
La capilla de San José es otro de los sitios que llama la atención del visitante dentro del palacio. Posee un altar realizado en madera de cedro con aplicaciones de oro. La figura central exhibe a San José con el niño.
Detrás del oratorio se encuentra el baptisterio y el dormitorio del sacerdote.
En el primero, se encuentra una pila bautismal realizada en mármol de Carrara que constituye una de las reliquias más fascinantes, por ser una réplica exacta de la que se conserva en la ciudad del Vaticano en Roma. Los frescos de la capilla fueron encomendados a Juan Manuel Blanes, pintor uruguayo, quien se encargó de esa tarea en 1858.
Parques y jardines
Sin dudas, los espacios verdes del palacio causan admiración y sosiego al visitante. Ocupan los accesos principal y posterior de la residencia, y todavía conservan algunas especies plantadas en épocas del General.
Varias esculturas de mármol de Carrara constituyen gran parte del paisaje de los jardines. Por último, en el predio trasero de la casa se halla un lugar exclusivo para disfrutar de la vida al aire libre: el lago artificial, de ciento ochenta por ciento veinte metros, con una profundidad de cinco metros. La excentricidad de Urquiza lo llevó a hacer construir un barco a vapor, bautizado con el nombre de San Cipriano, para ser usado en el lago.