Cuando se transita Córdoba acompañado de un guía especializado, muchos detalles salen al descubierto y permiten entender mejor cada cuadra de la ciudad y sus orígenes.
Entusiasmados por conocer la ciudad "a vuelo de pájaro", nos ubicamos en el piso alto del bus para conocer la zona céntrica y los distintos barrios característicos mientras recibíamos la información que nuestra estadía requería.
Ubicados en esa platea y antes de partir, Marina, nuestra guía, nos contó en forma muy amena cómo se desarrollaba la vida hace más de cuatrocientos años, cuando la actual Córdoba formaba parte del Virreinato del Perú y se instaló allí la orden religiosa de la Compañía de Jesús.
A marcha lenta partimos desde la catedral que, junto a la plaza San Martín, el Cabildo y la Manzana Jesuítica, merecen una visita propia para desentrañar sus secretos centenarios.
Deambulamos entre edificios altos y el bullicio típico de un día de trabajo. Algunas ramas de los enormes árboles que adornan el centro de la ciudad nos pasaban por encima de las cabezas.
Como primer paso, conocimos al fundador de Córdoba de la Nueva Andalucía en 1573, don Jerónimo Luis de Cabrera, inmortalizado con sus altas botas y su espada en una estatua que muestra sus orígenes militares y de conquistador español.
“Quien no conoció La Cañada no visitó la ciudad”, nos dijo Marina al pasar por el tradicional arroyo que atraviesa el paisaje urbano. Su construcción de piedra contuvo las grandes inundaciones que asolaban la zona canalizando las aguas hacia el río Suquía y terminó con las famosas historias de orilleros.
Existen infinidad de parques y plazas que sirven de pulmón verde en una ciudad que ha crecido en extensión y altura. Encontramos el extenso parque Sarmiento, diseñado por el arquitecto paisajista francés Carlos Thays , el paseo Sobremonte, las plazas España e Italia, cada una de ellas con un sentido artístico y estético de acuerdo a la época en que fueron diseñadas. En todos sobresalen las especies arbóreas, las fuentes de agua y las grandes escalinatas.
El constante crecimiento de Córdoba obligó a la construcción de varios barrios periféricos que, a lo largo de los años, fueron tomando un rasgo típico de acuerdo a su origen. Los hay residenciales como Nueva Córdoba, bohemios como Barrio Güemes y otros con chalets de techos de tejas coloradas como las viviendas serranas.
En Nueva Córdoba desde hace unos años se destaca el complejo del Buen Pastor, una ex cárcel de mujeres devenida en complejo cultural y comercial con lugares para cenar, tomar una copa o simplemente observar las aguas danzantes de su fuente principal.
Este barrio quizás es el que más ha cambiado su fisonomía original de grandes palacios, mansiones y petit hoteles de arquitectura academicista francesa. La vida nocturna ha ganado sus calles y pubs, las discos y confiterías son visitadas por estudiantes por su cercanía con el campus universitario. Un shopping muy visitado, el patio Olmos, se ha convertido en un clásico para locales y visitantes.
Antes el espíritu que la materia
Observando todo el recorrido, nos quedó muy claro que lo religioso ha comandado la vida de los cordobeses, especialmente por la gran cantidad de iglesias, conventos y ermitas construidas desde la llegada de los jesuitas hasta principios del siglo XX.
Las iglesias muestran sus distintos estilos arquitectónicos, desde el barroco ornado con gran ostentación palaciega (dorado a la hoja, gran colorido y profusión de tallas) hasta el renacimiento clásico de fachadas austeras y utilización de elementos de la zona como canto rodado, cal y la arena conocido como “calicanto”. Algunas destacan sus varias etapas de edificación, en las que quedó plasmado el paso del tiempo.
Córdoba se preparó para recibir las fiestas del Bicentenario del primer gobierno patrio restaurando y poniendo en valor sus principales exponentes históricos y creando nuevos hitos, como el faro de más de cien metros de altura de parque Sarmiento y el conjunto escultórico formado por doscientos aros metálicos ubicado en Plaza del Centenario, que reflejan año por año los eventos más relevantes.
Vimos un edificio extraño que resultó ser la nueva casa de gobierno, primera etapa de un proyecto llamado Centro Cívico del Bicentenario. Albergará la administración pública provincial y un centro de convenciones, junto a los dos puentes que unen el complejo con el centro de la ciudad por encima del río Suquía.
Edificios inteligentes, nudos viales con monitoreo de tránsito, cuidado por el patrimonio de la ciudad que no se puede demoler o la Ciudad de las Artes son solo algunos de los puntos del recorrido que nos impactaron.
De regreso en la plaza San Martín, nos sorprendió el paso del trolebús y que en las baldosas y adoquines del frente de la catedral estuviera reproducida la sombra de esa iglesia en una técnica que llaman rebatido.
Desde aquellos tiempos en que el marqués de Sobremonte como intendente de la aldea con calles de tierra diera importancia a los paseos y a un interesante sistema de agua corriente hasta la actual ciudad mediterránea mucho se ha trabajado.
Córdoba es sorprendente, activa y parece no detenerse en sus cambios incesantes.