Zoo de Córdoba

Nada mejor que llevar a los chicos al zoológico para conocer animales exóticos que tienen su origen en algún otro lado del planeta. Los adultos disfrutamos de la alegría de los chicos y de un espacio que también nos ha gustado toda la vida.

No debemos olvidar que allí los animales viven en cautiverio, pero lo cierto es que muchas especies ya han nacido en este espacio y no han conocido su lugar original. Se trata de un lugar didáctico y de entretenimiento donde enterarse qué comen, cuánto duermen y cómo se reproducen.

La tarde era soleada y quizá por ello la mayoría de los animales se encontraba paseando por sus jaulas, haciendo su siesta o dedicados a sus actividades.

Pasamos frente a las jaulas de los felinos que dado su gran tamaño cuentan con espacios amplios. Leopardo, tigres de bengala y leones africanos se trasladaban, bañaban y comían sin que los afectara nuestra presencia.

Caminamos amparados por mucha vegetación que separa los sectores y colabora para mitigar las altas temperaturas imperantes.

El zoo de Córdoba cuenta con un acuario interactivo, un espacio a oscuras con grandes peceras y peces de distintas características y orígenes, entre ellos los enormes dorados del río Paraná. A través del cristal vimos su forma de moverse, sus colores y las distintas características según sean de aguas calientes o frías.

Cada área intenta representar el hábitat natural y lleva una explicación escrita con datos completos del origen, carácter y comidas de las distintas especies, y se complementa con las charlas explicativas de los guías especializados.

Pasamos por las jaulas más bulliciosas, donde se reúnen las cacatúas, papagayos y loros habladores que parecen entenderse entre sí en un idioma chillón y propio de los bosques chaqueños.


El llamado de la selva

En el llamado Mundo Exótico hay una colección completa de arácnidos, escorpiones y reptiles. Con solo mirarlos nos dio un escozor difícil de definir. En cambio, un nene que miraba absorto el espacio donde una enorme araña se trasladaba dijo muy ufano: “¡Uy, cómo me gustaría tenerla en la mano!”.

Mientras seguíamos el recorrido sugerido, observamos una gran cantidad de personas yendo y viniendo con la misma indumentaria. Ellos se ocupan a diario de coordinar las tareas internas: alimentación, higiene y cuidado médico.

Los cuidadores son la voz de los animales, ya que conocen como nadie sus necesidades. Tomamos contacto con Luis, quien trabaja desde hace muchos años en el zoo. “Estoy todo el día junto a los animales y siento que se crea un vínculo muy especial con algunos de ellos y he llegado a encariñarme”.

Mientras hacíamos un alto en el patio de comidas del zoológico, nos enteramos de que en el verano es posible hacer la visita de noche. También que cuenta con el espacio temático Flora Nativa, donde reconocer especies de la provincia de Córdoba.

Nos despedimos de cebras, hipopótamos y elefantes que nos ofrecieron un hermoso momento de esparcimiento y que nuestros hijos recordarán por mucho tiempo.