Un bosque ribereño de sauces se extiende a orillas del Limay. Para los conocedores de la pesca con mosca, ese es “el lugar” del valle donde quieren estar.
El Limay no sólo es uno de los cursos de agua más caudalosos e importantes de la región patagónica, sino que en su tramo medio, que se extiende 70 kilómetros, posee singulares características para practicar pesca.
La pendiente de un metro por kilómetro y el abundante cauce permiten capturar truchas arcoiris y marrones que promedian entre los 700 gr y los 2,5 kg, entre percas de boca chica, pejerreyes patagónicos, bagres de los torrentes y madrecitas del agua, que también son valiosas presas.
Para llegar al Limay medio, hay que tomar la ruta nacional 237, que une la ciudad de Neuquén con Bariloche, y desviarse en los distintos puntos de acceso. Después de pasar Villa El Chocón y el embalse Ramos Mejía, se llega a Picún Leufú, donde hay un acceso público al Limay medio.
También a lo largo del camino existen diferentes entradas que se encuentran en estancias privadas y, por ende, hay que tramitar permisos para ingresar. Uno de estos lugares es el rincón conocido como El Pantanito, 11 kilómetros después de pasar Picún Leufú. Este sector es muy preciado a final de temporada, ya que congrega grandes truchas marrones que remontan el curso.
Luego de El Pantanito, sigue La Picaza, 10 kilómetros más al sur. En este recodo el Limay es más accesible y tiene buenas condiciones de pesca.