La manera ideal de conocer Federación (la vieja y la nueva ciudad) es ir en un tren sin vías que sale desde el complejo termal. Es uno de los paseos típicos que el visitante no puede perderse.
Frente al complejo termal es posible divisar un grupo de trenes históricos, con la particular característica de que ninguno de ellos necesita vías para lanzarse a recorrer esta hermosa ciudad.
En realidad se trata de pequeños vehículos que simulan ser trenes y que se encargan de hacer conocer al turista los rincones más importantes de la vieja ciudad para luego hacer lo mismo con la nueva Federación.
Sin pensarlo dos veces nos subimos a uno de estos hermosos trenes que repletos de visitantes comienzan a andar hacia la ciudad vieja, la que queda del otro lado del lago.
A la vieja ciudad de Federación
El tren tomó el acceso principal de la ciudad en sentido contrario y luego de bordear la costanera local llegamos hasta el inicio de un camino que posee un viejo puente de hierro. Un pequeño cartel marcaba como destino “La vieja ciudad”.
La otra orilla era muy distinta de la de la ciudad nueva. Las calles de tierra y algunas construcciones viejas rápidamente ganaron la atención de todos los presentes.
Nuestra guía turística comenzó a relatarnos la historia de la vieja Federación y quedamos fascinados con cómo era todo este lugar antes de que la construcción de la represa de Salto Grande (Concordia) lo inundara todo, pueblo incluido, por supuesto.
El viejo hospital (donde nacieron quienes hoy tienen más de 25 años), el hogar de ancianos, la escuela, el viejo tanque de agua, una pequeña capilla, el cementerio local y muchas construcciones que no fueron demolidas continúan a la vista de los visitantes. Dolorosas para aquéllos que se vieron obligados a mudarse, no sólo de lugar físico sino también de afectos y recuerdos.
En una de estas construcciones funciona el Museo de la Imagen, donde es posible aún sorprenderse con fotografías, escritos e imágenes de cómo era todo y cómo es ahora.
Una de las tantas anécdotas es que cuando el río baja y se abren las compuertas de la represa, el nivel del lago comienza a bajar y es posible apreciar los techos de muchas construcciones e incluso algunas cuadras de la ciudad. Las imágenes, dicen quienes las han visto, son impactantes.
El relato es duro pero no por ello deja de ser verdadero y así, un poco tristes y tratando de asimilar el dolor ajeno, fue que comenzamos a transitar el puente nuevamente, pero esta vez para entrar en la nueva ciudad, en el presente. Dejamos abandonada la vieja ciudad.
La nueva Federación, glamour y termas
No sé de quién habrá sido la idea, pero no podía ser otro que un tren el vehículo adecuado para realizar este particular paseo. Del pasado a la modernidad y el tren como el vehículo que alguna vez fue moderno y luego pasó a convertirse en un atraso. Al menos por estas latitudes.
Pensativos todos los presentes, así dejamos la ciudad vieja y comenzamos a introducirnos en la Nueva Federación, limpia, moderna, bella por donde se la mire.
El Centro Cívico, la Secretaria de Turismo local y la iglesia fueron las primeras instituciones donde se detuvieron nuestros ojos. El recorrido continuó, observamos el bulevar más lindo de la ciudad y la bella Plaza de la Libertad, creada en 1991 para ser el centro de reuniones y actividades de la población local.
El Paseo Stella Maris, en el puerto local, es uno de los más bellos que tiene la costanera local, con el monumento a la fundación de las tres federaciones que deja observar una figura blanca con tres puntas que marcan el cielo.
El Aromito es un parque donde se encuentra una centena de diversos ejemplares de flora que un vecino local (quien los cuida y los mantiene) se encargó de armar antes de la llegada del Lago, para evitar que se perdieran ejemplares únicos.
Un hermoso lapacho florecido es la parada inmediata de nuestro tren. Es el objeto de cientos de fotografías hasta que nuevamente el chofer decide seguir la marcha hasta pasar frente al casino local.
Frente a Playa Grande nos sorprendió la inmensa imagen de la Inmaculada Concepción: una escultura en madera tallada a mano por los aborígenes de las misiones jesuíticas que se asentaron en estas tierras.
Nuestro recorrido siguió alrededor de las cabañas y hoteles que rodean al Complejo Termal, hasta que nos detuvimos en la puerta del teatro Poblarte, donde el grupo teatral Tavajhu se encarga desde hace años de ofrecer una obra donde de manera perfecta se resume el sentimiento del pueblo de Federación, sus alegrías y tristezas exactamente como fueron, todas arriba de un escenario.
Finalmente, llegamos al punto de partida. Bajamos del tren comprendiendo un poco más el sentir de este pueblo que ahora goza de buena salud gracias al agua termal, pero que tuvo décadas en que el dolor no se limpiaba con nada, ni siquiera con agua.